s propios ojos, ni yo mismo lo creería. Esa loca había quedado congelada, totalmente rígida mientras sus ojos pasaban de ser rojos a unos negros. Parecía una marioneta que
pero estas fueron las o
sea, acaba
mento, en cuanto
lo que acababa de pasar. No sé qué sean estas pers
ó varias palabras en un idioma que desconocía por completo, mientras el
ego de que acomodó y desacomodó cada uno de sus huesos, ¿cómo creía que era capaz de ella moverse? Su respiración era
sin poder explicarme por qué s
os antes de que v
ipo de
e escuchó, pero no más que la sombra que, poco a poco, fue tomando forma de un cu
ndo la cabeza ante ese chico que no parecía
el encantamiento
n eso, m
ar con este humano, ve a ha
de repente, dejando en el
o es lo que está sucediendo, sigo nadando en el mar infinito de los sueños. Ya es hora de despertar. Está bien soñar
tar, pero en lugar de eso, sentí un frío golpear mi rostro. Un escalofrío me recorrió de pies a cabeza, por lo
pidos - fue lo que dijo, haciendo
más bien parecido a un símbolo de esos que hacen parte del satanismo, pero no podía decir a ciencia cierta si lo era o no, pues nunca lo había visto en mi vida. Llevaba una gargantilla doble, una se sujetaba a su cuello y la otra caía h
tela, queriendo desaparecer allí
r el gotero y se filtraba por la sonda que estaba puesta en mi brazo y que hasta ahora me daba cu
tedes no s
al gotero y relamer sus labios. Un par colmillos filosos y puntiagudos e
er de otro mundo me muerda. Suficient
lla, poniéndose de pie y tocando su
s que papá te dejó la advertenc
ño endurecido-, siempre y cuando te grabes en la cabeza
ión de minutos, no creo estar más sorprendido. ¿Cómo demonios terminé metido en otr