l a dos simples reglas: no involucrarse con mujeres casadas y no dormir con su secretaria. Aquella noche, s
o y la A
le arrebató el aliento. Era morena, delgada, con unos ojos color avellana que destellaban como si guarda
ien Elena no conocía, estaría presente. Lo que Elena ignoraba era que Jacqueline le tenía envidia y había preparado una trampa para ella. Sin
mer Co
endiendo su mano. Elena, sintiendo una repentina e inexplicable atracción, aceptó sin dudar. Mientras bailaban, la música y el ambie
a lo Pr
pasar la noche con ella, la llevó a una habitación privada. Elena, bajo el influjo del afrodisíaco, no puso resisten
tro de Elena. Ella respondió con igual fervor, sus manos recorriendo el cuerpo de Ronald, memorizando cada músculo, cada curva. Ronald, deseos
ez de los
os que se erguían al contacto con el aire fresco. Sus manos se movieron con seguridad y deseo, acariciando cada centímetro de su
tenue de la habitación, mientras sus abdominales marcados se movían al ritmo de su respiración acelerada. Sus
de los
uslos suaves. La besó con más intensidad, dejando que sus labios y su lengua exploraran cada rincón de su boca. Elena, ahora comple
su cuello y descendiendo hacia sus pechos, donde sus besos se volvieron más insistentes. Elena arqueó su espald
nto Cul
la penetró, sintiendo una mezcla de dolor y placer. Ronald se detuvo un momento, permitiéndole adaptarse a la sensación ante
n de sensaciones. Sus cuerpos se movían en perfecta armonía, sus gemidos llenando la habitación
s respirando con dificultad mientras el sudor cubría sus cuerpos. Se quedaron así, disfruta
rtar del
ación suave indicaba que no despertaría pronto. Salió de la habitación con una sonrisa de satisfacció
entrar en la habitación. Lo que vio la complació: Elena desnuda, el antifaz aún en su rostro, y la eviden
de Jac
allá. Vio a un camarero pasando y le ofreció $10,000 dólares por una simple sesión d
tate con ella -le
bien formado, con un miembro prominente que llamó la atención de Jacqueline. Por un momento, Jacqueline se sintió tentada,
tando una respuesta instintiva en ella. Jacqueline tomó fotos rápidamente, capturando cada momento comprometedor. Cuando
upción de
marero alcanzara el clím
con frialdad-. Pue
a interrupción, se separó de
-preguntó, todavía res
sonrió co
para demostrar que te aprovechaste de ell
o de V
rriendo su piel con una mezcla de furia y deseo. Jacqueline, aunque seguía i
placer y lucha, sus ojos llenos de una mezcla de desafío y rendición. Sin detenerse, el camarero cambió de posición, girando a Jacqueline para que