n una roca cubierta de musgo, mirando el horizonte donde el sol empieza a ocultarse tras la ladera. Mi corazón late con fuerza,
, he sentido que hay algo diferente en mí. Mientras otros miembros de la manada se aferran a las tradic
acalorada con mi madre
ba, no un ser humano. Debes comportarte como tal -me
ía seguir una vi
-respondí, y cada palabra que pronuncié me alejó más de su aprobación. Esa
ión que me consume. Con cada paso que doy hacia el arroyo cercano, el sonido del agua fluyendo apacigua mis pensamientos t
igo a mí misma, tratando de convencerme de que a
s que nos contaban las estrellas. Todo eso se siente tan lejano ahora. Me pregunto si algún día podré volver, si alguna vez po
de consuelo, dejo que mis manos jueguen con el líquido que refleja mi imagen. Mis dedos se mueven lentamente, creando ondas que distorsiona
se desliza por la periferia de mi visión. M
en voz baja, tratando de o
cordar que, aunque la manada me haya desterrado, la vida sigue. Es un recordatorio de qu
surro, sintiendo una conex
lugar que había imaginado. Siento el deseo de explorar, de conocer sus secretos. Mis patas se mu
sino otro lobo. La figura se desliza entre las sombras, y mi corazón late más rápido. La manada siemp
i voz firme aunque el mied
os de un macho de pelaje oscuro y ojos amarillos brillantes.
. He estado observando desde las sombras. No es c
ogiéndome de hombros-. La manada
su expresión mezcla de
én es valiente. No todos se at
-pregunto, sintiendo que mi guardi
se puede encontrar lo que otros temen
ga se escapa
e mí? La manada cree que e
-. No todos los que están desterrados están condenados.
vez este no sea el final, sino una oport
conmigo? -le pregunto, la emo
en su rostro-. Hay mucho que ver, y q
que algo dentro de mí comienza a despertar. El destierro puede se
donde puedo aprender, descubrir y, quizás, encontrar la fuerza que siempre he llevado dent
que viene? -pregunt
ión de la que siento-. Estoy l
do hay un nuevo compañero, y juntos nos adentramos en lo desconocido, dispuestos a