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* * * * LIANA * *
un parto el mismísimo día de Navidad solo porque a mí se me ocurrió adelantarme, pero ese día es otra historia). Bueno, mi ex prometido la llevo a la cena de navidad y de cumpleaños que mi madre había preparado para aquella fecha y ello no fue porque a él se le ocurriera, sino que fue por insistencia de su padre, pues Rizz era nueva en esta ciudad, ya que toda su vida la había pasado en Europa, continente del cual se había resistido a salir, pues, en su opinión, aquel era su propio paraíso. Ella pensaba todo eso antes de que sufriera su primera gran
e Rizz muy sonriente al te
mente, estás
nte idea – continúa aquel – ya quiero ver eso y ... - piensa – está por demás decir que todo el
ello – refuto muy segura
aro que lo harás señorita – a
el estúpido baile ese en medio de toda esa gente – digo – No es que me importe lo que pie
e - ¿Acaso no recuerdas todas las veces en las que hemos hecho e
que lo rec
rtaba nada, nos divertíamos viendo las caras estupefactas de esas personas al arruinar sus cenas con nuestras bromas infantile
tido, pero ya no tenem
mente – Aunque debo admitir que ahora tengo más curiosidad, ya que no estás convencida de h
uinar cenas con un espectáculo como ese - dice mientras se ríe - ¿Pero cómo las dejan entrar? – Pregunta con interés, ante lo cual Rizz y yo nos miramos de manera cómplices y empezamos a
pero para algo debe servir ser la hija de Dereck Gr
pecosa? – preg
qué – ag
de tocar en sus fiestas de fin de año – menciona – Si lo hubiera sab
– Ni que estuviera interesa
– pero tienes razón, el que m
– le resp
a – aña
– continúa
Lo
ina diciendo mi amiga mi
coqueteos – menciono en vo
ué hablas –
resado es el presumido ese que tienes como amigo – me dice, ant
ono, ante lo cual me gano sus miradas llenas de odio, (gesto que
mi amiga – pero Mark y yo debe
é? – pregunt
reocupación – Ve a cambiarte, Mark, lleva tu mejor traje de gala – le orde
eso por mí? – le
do – responde la pelirroja m
rega Mark mientras sale del departa
je de pollo está deba
pregunto
da y lo dejé ahí – me responde –
me acerco a abrazarla – Gracias
do que no hay mucho
de que obedezco al sargento. – Por cierto – sigo diciendo – a tu p
erá – se li
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