tulo
tió un poco cansada. Se tumbó en
de usted -dijo la criada con una voz dulce. Era una mujer mayor, per
a ella, ya que no podía hablar en voz alta debido a la irri
s estarán al pendiente de mí. Además, si se queda aquí, no podrá dormir bie
uparse por mí cuando usted está
dejó termin
lamaré a un chófer para que
rá de la señor
por esta noche
ani fue testigo de muchas de las humillaciones por las que él la hizo pasar. Nunca se preocupó por ella ni un poco. Por tal motivo, estaba muy sor
poco hacia abajo y acarició
, señora, pero regresaré ma
tió con la c
uy bien. Era como si la acariciara su propia abuela
nsaje del chófer informándole que ya estaba en la entrada del hospital. Entonc
unos días, el hecho de que él decidiera cuidar de ella la habría hecho muy feliz. Sin embargo, ahora quisiera
le acarició un poco el cabello y recogió un mechón alborotado. La contempló por un rato. Ella no ll
ndo tan hermosa y radiante como el primer dí
le hizo recordar un momento del pasado, cuando tenía algunos meses de casado con ella. Llegó del trabajo muy cansado
l saco y ayudarlo a aflojar la corbata. Ese día estaba muy exh
ariz. Al acercarse un poco más, se dio cuenta de que este aroma tan dulce emanaba de ella. Era un aroma tenue pero embriagador. Pero antes de poder pensar en otra cosa,
bajo la ducha fría tratando de recuper
lujuriosos por una mujer que podría ser su herm
empresa y, las pocas veces que estaba en casa, la pasaba
-
abía llegado. Yudith sintió que le dolía un poco la espalda. Supuso que era por estar tanto tiempo
antibióticos para la garganta y la tos. El doctor quería aprovechar la oportunidad para hablar con ella sobre la operación, pero, dada la circunstancia, consi
-
ha y se puso ropa limpia. Como estaba cansada de la cama, se sentó frente a l
n maletín. La señora Nani enseguida se apresuró y agarró las bolsas. Vio que en una había comida ligera y un frasco de pudín, qu
una mesa rodante y la arrastró al frent
ía interesado por ella ni por saber las cosas que a ella le gu
erminó la papilla y también se comió el pud
l trabajo. Ella no pudo evitar pensar en lo guapo que se veía, aun cuando estaba trabajando. Pero pero pronto sacudió la cabeza y re
un he
¿quién quería seguir amando
or, recapacita! -s