s hojas de su trabajo se apilaban sobre su escritorio, casi como si la ciudad estuviera empujando todo a un lado para hacerle espac
edaba trabajando hasta el último minuto. Pero hoy algo no estaba bien. Quizás eran las horas de trabajo interminables, las presentaciones de última hora, los clientes q
respondían con la misma agilidad. Después de semanas de trabajo sin descanso, de correos interminables, llamadas desbordantes y proyectos que parecían nunca terminar,
que podría sacarle una risa a cualquiera en cualquier momento. Si Valentina era la que organizaba todo y se encargaba de los detalles, Lucía e
verla aún allí-. ¿Sigues trabajando? ¡Vamos! Ya
ró, pero se obligó a s
e -respondió, guardan
no era el momento de presionarla. Se acercó a la ventana, mir
e lugar, de todo. Solo nosotras dos. Unas copas y nos relajamos un
ente. El cliente que tenía que revisar la campaña de marketing, el jefe que siempre le pedía más, el miedo constante de no estar siendo lo suficientemente buena. La ver
mo si supiera lo que
de copas. -Lucía insistió, con un tono que deja
itorio. En el fondo, la idea de salir la tentaba. Nece
o escapar una pequeña risa. L
la verdad era que su mente aún estaba atrapada en los detalles del día. Las luces de la ciudad le daban un respiro, pero sus pensamientos seguían
llenando el aire. Valentina se sintió un poco fuera de lugar, como si no pert
estar bien -dijo Lucía con una s
seo de dejarse llevar por la noche. Lucía empezó a hablar de su día, de las cosas que había hecho, de lo que pasaba en la oficina. Valentina, sin embargo, se dejó llevar p
e, escuchaba sin mucho interés, aunque agradecía tener a alguien a su lado que al menos trataba de hacerla sentir mejor. Lucía no tenía filtros. Decía lo que pensaba sin preocupar
ibió otra vez? -Lucía dijo, in
sobre citas fallidas, mensajes extraños y hombres que no sabían qu
¿de qué hablas? -p
r por un momento y observó a su amiga. Sabía
e ser tan perfecto. Solo relájate, olvídate del trabajo. S
cómo dejar ir lo que la atormentaba. Se recostó en la silla, mirando la copa que tenía en
ella, algo cambió en la atmósfera del bar. Un ruido detrás de ellas la
r
tan evidente que Valentina no pudo evitar fijarse en él. Alto, con una mirada fija y una actitud que claramente decía "no me importa lo que pienses".
ón en la que Valentina mir
ina la miró, pero no dijo nada. ¿Por qué lo haría? E
olo su aspecto o su postura, era la forma en que su indifere
tensión en el aire,
perder -dijo, empujando suavemente a
o, Valentina ca