medias, y como me has salvado, debes hacerte responsable de mí", le dijo Terence con aire de suficiencia antes de continuar: "No puedo dormir así,
o utilizando ademanes exagerados, y al descubrir que estaba lleno de sangr
e ese hombre se comportara de manera tan descarada, de modo que resopló y lo rechazó con firmeza. "No,
eradamente contra el impecable sofá. Todo lo que tenía que hacer era esperar la respuesta de Carla, quien lo miró con incredulidad y, poniendo los ojos en blan
s se levantaba del sofá, y entonces le hiz
dame", le
e aún tenía, Terence se sentía agotado y no estaba seguro de poder entrar sin
muerto, pero aun así Carla caminó hacia él y, con cierta ap
n su lugar colocó un brazo sobre los hombros de la chica, recargando tod
a cargar con un hombre pesado, se sentía como si llevara sobre sus hombros al Monte Everest. Al mismo tiempo,
hombro en cuanto se le presentó la oportunidad, e inmediatamente se di
momento en que ya no tuvo donde apoyarse. Él hubiera ido a
lvió hacia él con evidente
a sonrisa irónica apare
iera sido capaz de valerse por sí solo, pero en ese moment
e. Carla lo ayudó a sentarse a un lado de la
as!", se quejó la chica, quien después lo ayudó a quitarse la ropa sucia y manchada de sangre. Al hacerlo, inevitabl
entes a los de ella. 'Maldición', pensó ella al notar q
de cabeza a Carla, y ahora tenía que quitarle la ropa y to
rimero? Entonces seré todo tuyo", se burló Teren
, protestó Carla. Después de recuperarse de su momentáneo desliz, la chica rápidamente apartó la vista al
la puerta con fuerza,
ara entre las palmas de sus manos. "¡No s
pues pensó que sería mejor esperar para ayudarlo cuando él saliera, en lugar de esperar
cho, por la falta del mismo, caminó de manera casual hacia el baño y abrió la puerta sin pensar mucho en ello, pero al instante su somnolencia se desvaneció en un se
us mejillas hasta el resto de su cara, incluyendo su cuello. Re
ba completamente desnudo cuando ella lo vio. Mientras se veía en el espejo, él sonrió con amargura. Era
de color rosa claro que encontró
escante!", exclamó mientr
erse en su habitación, pues estaba muy avergonzada, aunque también secretamente regocijada. En estos veinte años de su vida, esa era la primera vez que Carla veía a un hombre sin
palda. ¿Puedes, por favor, ayudarme a cambiar la gaza?", le preguntó él. Carla se asustó y dio un pa
olvió hacia el hombre, "¿Me estabas tomando el pelo? ¿Cómo es que ya
arlo esperando hasta que se le dé la gana. ¿Por
nzó a burlarse, "Una buena ducha siempre me revive así. Además, antes estaba agotado, así que, por supuesto, ahora ya pu
rte vergüenza!", le dij
precio, "Bien, ya que has revivido, ven
ame en paz", y agregó: "Además, quiero que te vayas de
empujó y cer
una pulgada. Simplement
asará mañana?', se
ean, quien tenía que haber ido a la escuela, gritó desde la s