mento. La ciudad, bañada en la cálida luz del atardecer, seguía su rutina frenética. Samuel trataba de convencerse de que lo que había sucedido en la playa había sido una
calle, su corazón se hundió. Delante de su edificio, vio al dueño, el señor Ram
itó Samuel mientras
u expresión era una mezcla
rtí. Han pasado ya tres meses sin pagar
stada, y una pila de libros que Samuel había recolectado con los años. Ver cómo t
ose al dueño-. No tengo excusas,
n que Samuel llevaba tiempo luchando por encontrar un trabajo fijo
as dicho lo mismo otras veces, pero nunca tiene
zando los contornos suaves y cálidos de aquella super
traso y algunos mese
z soltó una car
con la cabeza-. Samuel, no me hagas perder
ojos, susurrando para sí mismo: _"Quiero pagar el alquiler que debo y unos meses más por adelantado."_
es nuevos y crujientes hacia
tres meses más -dijo, sin pod
fueran de otro planeta. Los tomó con manos temblorosas,
nseguiste todo esto? No tenías n
diferencia. No podía decirle la verdad, ni
ortunidad -respo
allí, tangible y real. Después de unos segundos, suspir
es, no me importa -dijo Ramírez con una sonrisa torpe, aún confundi
ió, respiran
, señor
lidad con la que lo había obtenido lo dejaban inquieto. Era como si el mundo hubiera cedido ante un simple capricho, doblá
acando la piedra de su bolsillo, y la observó con detenimiento. La superficie aún brillaba suavemente, con esa extraña tonalidad entre azul y púrpu
l -murmuró p
seguro usarla? ¿Hasta dónde llegaban sus poderes? Samuel se recostó en el sofá, jugueteando con
Llevaba meses sin una verdadera comida caliente, viviendo de fideos insta
que pueda tener -susurró, sintiendo
rápidamente, sintiendo su corazón latir con fuerza. Abrió la puerta, y
grande con todo -dijo el joven con una
iró sin sab
o... no hice
isó su lista y ne
a. Que teng
las escaleras. Samuel se quedó en la puerta, perplejo, sosteniendo la caja. La abrió, y a
ó al sofá y se sentó, mirando la
amente, es
mente. Todo esto era demasiado fácil. ¿Qué precio tendría que pagar por estos deseo