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Historia

Capítulo 2 El destino en las cartas

Palabras:2266    |    Actualizado en: 20/02/2025

ul

cialmente, el sonido de las copas chocando parecía que habían decidido algo sobre mí. Estoy cansada, intentaré dormir un poco o a

de la casa estaban cerradas con candados y contraseñas, y pasé por delante de la habitación que creía qu

si esto es o no un

n llave, para dormir un poco... Me despierto

ón se abre, la mujer ten

silencio, vacilante. Parecía tan incó

opa», murmuré, intent

a, volvió a organizar la ropa con manos tembl

bajando aquí? - aventuré, int

o respondió en voz baja

- Pareces... tan incómodo como y

erta, luego a mí, y susurró:

ción era muy grande, pe

ender. ¿Por qué estoy aquí

e tensó visiblement

para mi familia. Sin é

, algo que no

mbio? ¿Algo que la hac

uellos en los que puede confiar.

cerca, intentan

de aquí. Si sabes

evo a la puerta, y luego s

un marido

nta me s

r qué la

se dio la vuelta rápidamente, sonri

ola -le supliqué, con la voz casi quebr

esitas descansar! -

para qué? Un l

mi higiene y salgo de la habitación un rato después... No me

preparado, había

serviremos. - D

Y..

Benicio y

anta. Salgo de casa, por primera vez la veo mejor... Los niños que corren

a ellos, intentando

con ella, aún no e

er tu amiga... ¿Pu

, la misma que me trajo aquí. Me mira con m

e imbécil te ha puesto bajo su techo. ¡Benicio acabará

cho para que

el mismo desprecio e

de la casa -dijo uno de los hombres, que segura

mpiando su habitación, sacó unas sábanas y dejó la puerta abierta. Sin pensarlo, entré y empecé a mirar a mi alrede

gra, seguramente la última que se había puesto... Me di cuenta por el mismo aroma amaderado que olí cuando me retuvo la

staba en alguna página en particular. Estaba bloqueado con contraseña, y no s

tan idiota! N

el nombre: Culla del Crimine y varios nombres, apellidos y fechas de nacimiento. El polvo casi me hizo estornudar,

r, pero ¿dónde está ahora? ¿La mató él mismo porque había descubierto algo? Devolví la foto a su sitio y salí c

os de tu belleza para esta no

lla puso dos vestidos de fie

atelos!

decirme

tó, bajando la cremallera del v

muc

ella dama atrae una fiesta y u

fiesta en mi

rte de mi trabajo. ¡Le haremos

es me ayudaría a alejarme de este lugar. No puedo seguir viviendo e

con todo el circo. Durante el día, ella me preparó, me vestí como nun

iosa! ¿De ver

. - respondí

ada entró, me vio

está esperando

rando. Llevaba traje, el pelo peina

amos? -

che y estuvimos dando vueltas durante unos quince minutos hasta que llegamos a un vestíbulo que parecía gigantesco. Había montones de coches,

charlando e interactuando con todos los que encontraba. Bebí un sorbo y devolví la copa a la

ndo la atención de absolutamente todos los presentes en la

ciano que parecía alcohólico... Lo que me int

iran a mí? - pr

anarte! - replicó un ni

Esto es ridíc*l*. Creía que

io, acomodándose en su si

artas es normal para ti, ¡entonc

el futuro! Si quieres vivir, acepta las condicio

o también quiero jugar! - Todos me miraron sorprendidos cuando me

una mujer puede ganarnos en una sola

a mirada de tres hombres fija en mí, pero no por el juego en sí. Lo que esta

hombre más joven, de sonrisa arrogante, como si ya hubiera ganado antes incluso de que se hubieran repartido las cartas. Y luego estaba Benicio y su expresi

tentando ocultar mi nerviosismo. Un rey de picas y un diez de cora

no quisiera comprometerse. El joven rió suavemente y subió

iendo sus fichas con una calma que pare

tando parecer firme, pe

de picas y un siete de diamantes. Una pareja pa

de pasar su turno. El joven, con u

ando un montón de fichas al c

uí la apuesta, sintiendo los

ejo suspiró, tirando s

uizá intentando demostrar algo, anunció «a

onrió y d

no tenía ninguna posibilidad contra Benicio, pero algo dentro d

ando el resto de las

e corazones y un dos de picas. Me dio un

mirada se dirigió a Benicio. Con calma, dio la vuelta a sus cartas

patatas. Pero sus ojos estaban fijos en mí, y la sonrisa de

s de uno de los ancianos que habían estado siguiéndolo todo de

o,

elante de todos. - dijo Elis

ro bien... - Me

o! - grit

un brindis nada más firmar, ¡estamos casados! Al oír varias peticiones de beso, Benicio se acercó y me lanc

tranquilo de la fiesta y

¿Me oyes?

do mis ojos divisaron una puerta abierta, no lo dudé... Le golpeé

d*! ¡H*j*

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