ul
reflejándose en los charcos de agua esparcidos por el asfalto. Las risas hab
a c
ora, mis pies descalzos golpeaban el frío suelo y deseé poder gritar y pedir a
ahí! - oí gritar a
elerar el paso. Me dolía el pecho y sentía que me faltabo. El ruido sonó como una explosión en aquella noche
caban. No lo pensé, corrí hacia el callejón más cercano. Era estrecho, est
enía que lle
ban nerviosos, otros reían como si fuera un juego. Para
empezaban los árboles. El cielo estaba oscuro, pero podí
se congeló durante un segundo antes de empezar a c
escape! - gritó u
a oscuridad del bosque, sintiendo cómo las ramas me arañaban la piel y las hojas se aferraban a mi pelo suelto. El
eguí adelante. El suelo era irregular, lleno de raíce
me encuentra,
a detenerme. No mientras aún hubiera u
ces cuand
r era enorme, irradiaba por mi pierna, como si algo me estuviera desgarrando la carne. Miré hacia abajo,
intentando comprender
s lágrimas corrían por mi rostro mientras luchaba por liberarme. El tocón estaba atas
iba a desmayar del dolor mientr
norando las espinas que me arañaban la piel. El dolor er
usurré para mis adentros, mordi
ontrado. - dijo uno de l
te, al ver mi situación. Todavía le corría sangre por la cara
ame una vez! - supli
gual. Hasta que sentí que sus manos rodeaban
pierna - or
angre se detuvo un poco y de repente me levantó en el aire y me echó sobre su hombro como si no pesara nada. Mi cabeza se balanc
por lo
elta? ¿Te has vuelto
a contestarle cuando
e, ¡vete a casa! ¡Envía a Elt
oducía náuseas. Cada paso que daba hacía que mi cuerpo se balanceara, y la san
nicio me llevó a la cama. La pierna me palpitaba de dol
antes. Acomodó mi cuerpo en la cama, apartando la tela d
tó el tobillo con firmeza. -
pente y un hombre entró corriendo. Llevaba un maletín neg
icio, sin mirarme siqui
obre la mesa junto a la cama. Se abrió con un chas
- preguntó el hombre mientra
. - Benicio se cruzó de brazos y se hiz
n expresión neutra, casi demasia
. - advirtió antes de emp
y me retorcí, pero Benicio me puso una mano
ue no te muevas
pieza, la anestes
en. ¡Te he recetado analgésicos y otro para prevenir cualquier infección! - dijo
¡hará falta mucho más
tanta frialdad... Entendió la situ
on un momento,
parado? - pr
- respondí c
me gustas. No luches
iero irme
¡dos veces! - dijo, antes
receta en cuanto amanezca. - dijo, ent
Benicio parecía
i vuelves a inte
cio, ¿por qu
s nuestra forma de vida! Esta no es una ciudad ordinaria. Cada per
da? No sé nada...
teras, todos unidos por un pacto que se firmó hace muchas décadas. Na
gre se me helaba en las venas, pero él
exterior descubre que existimos, todo lo que hemos construido se desmoronará. Yo soy el líd
í qu
instalaciones... ¡Debe morir! ¡Pero encontré la forma de contr
Benicio o cualquiera de esos hombres compitier
rendes a vivir con ello... o desapareces co
I.
un pasado
so? ¡Estás mint
as desde hace ocho años. Una última aventura que terminó ha
en mi vida
poco! - dijo en voz baja
n duda Benicio me odiaba y yo sólo pensaba en que nunca podría irm
pesar de todo lo que mi mente
que me despertó. Era la niña que había
nos d
ie? - me preguntó sentán
e lo curó el médic
el tuyo
padres...
o es mi tío. Pero... ¿
lo Sara,
bitación de repente, n
a en unas horas. Veo
gust
a déjanos un mome
la, dándole un beso en l
algo valioso que
Mendelerr? ¡Ustedes son los malos aquí!
r que
s sobrevi
ndome una última mirada antes de salir. En cuanto se cerró la puerta,
, con esa mirada fría, como si pudiera aplastar a cualquiera con una s
o, como cuando me metió en la cama o envió al médico a cuidarme. Por m
o temerle más de lo que ya le temo o si, d
sobre mi único pie bueno, miro por la ventana y lo veo habla
iere muerto. ¡Acab
i quisiera cubrir los suyos y protegerle de ella. Benicio se gira hacia la vent
pero que no m