3: La Jau
nte se llevó a su hombre para castigarlo. Horas. Días.
lo que más la inquietaba era lo
monstruo... pero t
bre ser ambas cosa
se abrió
como una sombra imponente. Sus ojos verdes se clavaron en ella c
l primer botón desabrochado revelaba su piel bronceada, pero no había
sintiendo la presión i
, compartirás ha
na propuesta. E
e el aire se vo
ropia voz sa
adelante, sin apartar los ojos de ella-. Y q
ontra la pared. Se abrazó a sí misma en
des obl
tímetros de su rostro. Su aliento era cálid
cosas aquí? -Su tono era un filo de ac
bía algo en su forma de mirarla que
su nueva habitación, Chl
nada por una cama king siz
su presencia. Cada objeto, cada s
-Dante señaló la c
nudo apretarse
ré en
a y cruel. Un sonido sin
s opción,
lo. A desafiar su poder. Sabía que no ganaría. Y, sin embar
a a sentir cuando
te, cuando despertó
a montones de cajas env
. Dentro, un vestido de seda roja. En otr
contenían zapatos, pe
una muñeca que podí
en los pulmones. Un escalo
l marco con una sonrisa ladeada. No era amable.
verte us
ión, sino por la intensidad de su mirada. Porque cuan
esito t
on determinación. Su sola presenc
o enredó en sus dedos. Su agarre no era
e ellos se v
do qué n
sus ojos... sus ojos tenían algo
po qué la i
extraña necesid