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Historia

Capítulo 3 Renacer en la frontera

Palabras:1405    |    Actualizado en: 07/03/2025

onde el tiempo parecía transcurrir a un ritmo más pausado. El pequeño pueblo, enclavado en la frontera entre España y Francia, era un mosaico de calles empedradas, fachadas coloridas y pla

se había encargado de instalarla en este rincón seguro. Aquella mañana, mientras el pueblo despertaba, Cl

? -preguntó Claire, sirviénd

, donde se podían ver a vecinos sal

pacífico, tan diferente de la oscuridad que dejé atrás

onder, sonó el timbre. Una vecina de rostro amable, Carmen, apareció en

disfruten de este dulce, hecho con recetas de mi abuel

, y por un breve instante, la sensación de peligro se d

das de colores vivos y los pequeños detalles que daban vida a aquel lugar: balcones adornados con geranios, murales artísticos en

diaba confianza, su cabello rubio caía de forma desordenada, enmarcando unos intensos ojos claros que parecían capturar la esencia de la luz. Vestía una camisa blanca de l

se encontraron con los de él, y en ese instante, el bulli

da y cálida-. No te había visto

ella, con una mezcla de ti

ficiente para disipar la tensión que M

o pueblo encuentres alegría y hospitalidad -come

risas y confidencias. Alejandro le habló del pueblo, de las tradiciones qu

mirando hacia el horizonte-. Y a veces, el destino se manifiesta e

muró una anciana, que pasaba de largo. Ma

Alejandro, con los ojo

pasado siempre puede alcanzarnos? Alejandro s

o, pasado. No dejes que el miedo te impida ver la bel

repente, el teléfono de María vibró insistentemente. Con reticencia, sacó e

ño. Pronto sabré dónde te encuentras.

se desmoronaba en un instante y sintió el impulso de escapar una vez más. Se disculpó y con pas

la plaza. El ambiente se había teñido de dorado y anaranjado, y la tranquilidad parecía haberse reinstala

voz baja, con suavidad, como si

e aún vibrando en su mente, apre

.. no

o frunci

cuando saliste corriendo. Estás

mirarla que parecía atravesar sus defensas, de

o. No quiero-dijo al fi

turna agitaba su cabello rubio y despeinado,

lo que te persigue, pero no quiero verte

escuchar esas palabras, con que alguien quisiera protegerla de

surró, pero Alejandr

esto sola, María. Si hay algo que puedo hacer, dime

ió un calor diferente recorriéndole el cuerpo. No era miedo

mo si temiera que ella se apartara. Con

tener miedo d

alidez de su mano fuerte y firme. Cuando volvió a abrirlos, Alejandro e

pareció d

ctrica. Alejandro bajó la mirada a sus labios, y María sintió cómo su propia respiración se entr

ndose aún más. Si ella no se apartaba, si ningu

voz irrumpió en la

ndro De

. María sintió como si la h

expresión amable pero firme, se acercaba por la plaza con un bast

Ma

podía apartar

era

su cuerpo cuando la realidad la gol

era

ellido de J

odo el aire pareció escapársele de los pulmones. Su

fundido por su repenti

Ma

a no podía

or, su pr

n Dev

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