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Historia

Capítulo 4 Bajo el Velo de la Noche

Palabras:1313    |    Actualizado en: 20/03/2025

piración era entrecortada, y su pecho subía y bajaba con r

amilia? Se obligó a respirar hondo y a pensar con lógica mira

¿qué o

edió involu

rmuró, su voz a

el ceño, confuso

mi apellid

una sonrisa-. Solo..

no¿ Tiene

ntió con

go el aroma de la lavanda y la tierra mojada. Caminaron

algo? -preguntó Al

afueras del pueblo. Desde allí, las luces titilantes del v

moso -s

a ella, su presencia c

sus ojos no estaban en e

so, cargado de algo que ninguno

cuando Alejandro levantó una mano y a

rmuró él - Toda tú eres maravillosa, hay al

, pero no fue solo el frío lo que recorrió su p

mejilla con una caric

por un segundo, disf

brirlos, Alejandr

do se mezclaba

o respondía antes de que s

e Alejandro, y en ese instante, se dio cu

lo lejos heló el fuego en María obligándola a dar un paso atrás. No pudo evitar recordar a Je

do, pero no la presionó.En su lugar, sonrió levemente y de

prisa

roto, pero la conexión entr

llevó hasta su pecho, donde

pero quiero que sepas algo. Si alguna vez nece

da de emociones revol

jand

con la

r nada ahora. Solo

n el aire, y por un momento, María pensó qu

s entre los de María y la

o? -preguntó, con

miró con

? ¿Sin

soltó una

llas... nosotros. ¿No

intió la calidez de su mano aferrando la

bien -

aginario, con sus cuerpos apenas rozándose. Sus pasos er

ismo, lo haría -confesó Alejandro, su

ó su corazó

or

ero que este m

jo, con tanta sincerid

lla. Sus manos se posaron en su cintura con una firmeza p

mento la había llevado a esto: a la calidez de esos brazos, a la

za lentamente, su fren

nto deseo bes

do, como si la noche entera contuvie

d del momento. Pero justo cuando sus labios estaban a punt

en la oscuridad d

su postura cambiando de relajada

o regresar como un g

ste eso?

tió, su mandíb

tamos

n instante, dando paso a una

dos había sido su refugio, ahora se

uebrándose en la oscuridad había roto el hechizo del momento, pero algo de

la cabeza hacia el bosqu

? -preguntó Marí

uédate

atento a cualquier movimiento. María sintió el impulso de detenerlo, de

a sí misma mientras observaba cómo A

segundos, luego negó con la c

nimal -dijo, su tono tranqui

uería c

con una leve sonrisa, deslizó

que tiemble

a envolviéndola, cál

in darse cuenta de que sus pen

observó con

es, ¿po

espondió.

o rozando la línea de su mandíbula, recorrién

ndo de mí, Ma

a la seguridad que encontraba en su presencia. Pero el miedo de

se apenas lo suficiente para que su al

da -susurró-. Solo dime

entre la razón y el instinto. Pero, por p

ijo

ro la e

jilla una última vez an

dijo en voz baja-. Ma

para comenzar a caminar, sintió u

ación de se

una última vez hacia

ía nad

e gritaba que algo

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