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Historia

Capítulo 2 Pequeño dilema

Palabras:1148    |    Actualizado en: 02/04/2025

pher , ella es Charlotte , nuestra directora de marketing. Saldremos a tomar alg

ente. Prefiero comer pastel

ipo está terminando una llamada y necesito unirme. ¿Por qué no aco

amente. Claramente

o los dientes y son

ida, al parecer. Cuidando a un desconocido de

Tiene un acento europeo vago y difícil de ide

-añade Malcolm

al bar. Mavericks está más lleno de lo que imaginaba, c

onriendo alegremente. ̶ V

on una mirada pícara, añade: ̶Sorpréndem

, el pedido tardará tanto que Malcolm y

barra, pero claramente, he activado algún tipo de capa de invisibilidad, p

s con los brazos cuando el chico a mi lado simpl

ue un tipo fornido llama la atención mientras

eva un rato esperando -me d

-

abara de salir de la portada de la revista Men's Health, con la piel bronceada, los hombros anchos y sus deliciosos ojos color

ipiente y atractivo aniñada. ̶ Gracias , digo, sin aliento. Porque el b

one fea. Me guiña el ojo. ̶ He visto a mujere

tener cuidado. Normalmente soy de

una explosión de encanto y dientes blancos. Su pelo rapado lla

, pregunta.

una copa? Quizás tropecé y caí en la realidad de

edia hora con Christopher hasta que lleguen los demás, lo pie

l pedido. ̶ Gracias , le digo. ̶ Seguro q

d en mi establecimiento -dice el hombre incre

u aspecto, habría pensado que se ganaba la vida

dales,

gullo. ̶ Acabamos de abrir otro

epito-. Y tú, que parecías

eja a oreja. Apoyo la mano

debería venir con una

rir nuestros propios caminos que cr

tes. Y mi saliva. ̶ Una historia probable . Estoy a punto de present

paciente , dice

. ¿Tan escalofriante? ̶ ¡Bueno, las b

-Me sonríe con esa sonris

ento que tarden tanto en la oficina , digo con i

eso . Siento su mano rozándome el trasero. ̶

convierte e

é a

, joder -digo brus

o de tus compañeros no vienen, princesa. Pedí que

ra,

on horror cuando entiendo el si

nuevo amigo del bar, empezando a inclina

lo tengo todo baj

cia mí-. He oído hablar de vosotras, las americanas,

rro el puño y golpe

ado en l

enta de que lo hice. Y por eso, tenía el ángul

ebajo de su cabello rubi

garrando mi bolso-. Y yo que

al salir, dejando a C

rdecer y el horizonte de Nueva

cía. Qué suerte que no usara mi gas pimienta. Todavía estoy maread

ra! ¡

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