tía más pesado que el anterior, como si todo lo que había conocido hasta ahora estuviera desmoronándose y él estuviera simplemente observa
s electrónicos y reuniones que intentaba atender, su mente no podía de
mprender lo que sus sentimientos realmente significaban. Sin embargo, Víctor no podía evitar la urgencia que sentía dentro de sí. Cada día que pasaba, sentía qu
a salida para esa noche, una cena especial para celebrar su décimo aniversario. Aunque había pasado todo el día pensando en su conversación con Ricardo, Víctor había hecho lo que mejor
a al verla. Sofía siempre había sido la esposa ideal, la mujer que había elegido para compartir su vida. En muchos sentidos, ella representaba todo lo que él había querido en su vida personal: estabilidad, confianza, apoyo. Y
, forzando una sonrisa mientras se ace
algo en su comportamiento, una leve desconexi
ás bien? -preguntó, toca
la incomodidad seguía a
rabajo... -dijo, desviando la mirada y tománd
speciales, un lugar sofisticado donde las conversaciones siempre parecían seguir un guion predeterminado. Pero esa noche, las palabras de Sofía sobre el futuro, sobre lo que querían l
iasmo sobre cómo habían avanzado en sus proyectos personales, sobre cómo los niños estaban creciendo tan rápido y sobre la posibilidad de mudarse a una casa más
sentía por Ricardo, lo que había comenzado a surgir de manera tan inesperada. Aquella noche, Sofía parecía tan distante, tan ajena a todo lo que pasaba por su mente, que Víctor no
s regresaban en el coche a ca
su tono suave pero con un toque de preocupación. - Te no
o. No podía seguir pretendiendo que todo estaba bien, que su vida con Sofía
de decirte hasta ahora. -su voz era baja, casi inaudible, pero ca
hora serio, como si presintiera que alg
-preguntó, sin ocultar l
iempo, temía las consecuencias de esa revelación. No estaba seguro de cómo Sofía reaccionaría, ni de si sería capaz de s
ecesito que sepas. He estado luchando con algo dentro de mí. Algo
a, como si no pudiera entender a d
voz temblaba levemente, y sus manos
ración que fue inmediatamente seguida por el pavor de la incertidumbre. - Y no sé cóm
ión. Durante unos segundos que parecieron una eternidad, ninguno de los dos dijo nada. Víctor sintió la angustia de haber roto al
habló, su voz ten
u tono acusador, pero ta
ntiendo una presión en el pec
. - No sé qué hacer, Sofía. No sé cómo salir de esto. P
ue había sido su compañera, su amiga, su esposa, ahora se encontraba frente a él rota, herida por la revelación que acababa de hacer. Y en ese instante, Víctor se
in decir una palabra más, comenzó a conducir hacia