ez, el amor de su vida. Había esperado este momento durante años, y todo estaba perfectamente organizado. La decoración del lugar era un sueño hec
lista. -Hoy es el día, Mari. -se dijo a sí misma, sonriendo en el espejo. La imagen de su reflejo le devo
ba más a él, y no podía evitar sonreír al pensar en el amor que compartían. Ernesto había sido su primer
se hubiera desvanecido. Su sonrisa radiante iluminaba el espacio, y Mariana sinti
spondió ella, sintiénd
y promesas que habían compartido en su juventud parecían estar a punto de hacerse realidad. Pero justo cuand
desvió hacia ella. Llevaba un vestido sencillo pero elegante,
z resonando en el espac
Quién era esa mujer? Su corazón se hundió en su
stro con claridad. Era joven, tal vez un par de años may
e Ernesto. -dijo la intrusa, su voz
rse. ¿Qué estaba pasando? ¿Cómo era posible? Se volvió hacia Ernesto, busc
-preguntó Mariana, su
sión llena de confli
ella, su voz rompiéndose-. Este es el día
Mariana se sentía expuesta, como si todos estuvieran mirando la esce
me explicarte. -dijo Erne
retrocediendo. Su corazón latía con furia y dolor. La image
za. -No vine aquí para arruinar tu día, pero necesitaba que supieras la v
torbellino, y el dolor era insoportable. Era como si el air
u voz temblando-. No me casaré contigo. Eres u
pedazos. Con un nudo en la garganta, Mariana dio la vuelta y se marchó de
n y el dolor. El día que había esperado durante tanto tiempo se había convertido en su peor pesadilla. La humillaci
uinada aún la perseguía, y ahora se sentía completamente sola. La única persona en la que había confiado era Ernesto, y c
dependiera completamente de él; aún tenía su trabajo como secretaria en una empresa. Pero al
icios. -dijo su jefa, su voz impersonal y fría-. La empresa está reest
, su vida se sintió aún más desmoronada. No podía creer que todo lo que había constru
iana, sintiendo cómo las lágr
inal. -respondió su jefa-. Te
ndo que su mundo colapsaba por completo. ¿Qué iba a hacer ahora? La felicidad que había sen
Necesitaba desconectarse, olvidarse de todo, aunque fuera solo por una noche. Así que se dirigió a un bar cercano, un
n poco más viva, aunque solo fuera por un momento. Se acomodó en la barra y pidió un trago. El primer sor
ción de descontrol. Mariana se dejó llevar, riendo y charlando con extraños
isa encantadora y unos ojos azules que parecían brillar en la
trago? -preguntó, ace
n latía más rápido. -Claro, ¿por qué no
ón era ligera, y por un momento, Mariana se olvidó de sus problemas.
le susurró al oído, su aliento cálido hacie
scapar de la realidad, Mariana aceptó. No pensaba con cla
ía su cuerpo mientras entraban a la habitación, y por un instante, sintió que pod
ado. Mariana no pensaba en lo que había dejado atrás; solo quería disfrutar de esa sensación de libert
ras miraba a su alrededor, la realidad de sus decisiones comenzó a asentarse. Habí
la noche anterior se desvanecieron rápidamente, y Mariana se dio cuenta de que había ele
tar su vida de frente. No podía permitirse seguir huyendo. Mientras caminaba por las calles, un nuevo sentido de determinación c