nueva realidad. Era hora de tomar decisiones, pero no sabía por dónde empezar. La vida nunca dejar
rder otro trabajo, especialmente ahora que tenía cuentas que pagar y gastos personales que solventar. Así que, con el corazón p
o no estaba bien. Mariana parecía más pálida de lo habitual, y murmuraban entre ellas, preguntándose si estaba enferma
r una mesa que la hizo sentir aún más nerviosa. Era un grupo de hombres bien vestidos, y uno de ellos, un hombre de traje
mbre de ojos azules. El líquido tinto se derramó sobre su traje, manchándo
la mesa con furia-. ¿Acaso no eres competente? ¿Cóm
ió, y su rostro se sonrojó. Sabía que estaba perd
ijo su amigo, intentando suavizar la
disculparse. -Lo siento mucho. No fue mi i
aceptar sus disculpas. -Necesito hablar con el
re era palpable. Mariana se sentía cada vez más pequeña, atrapada en u
de que pudiera reaccionar, su visión se nubló. Marian
, dejó de lado su furia. -¡Llamen a una ambulan
k, algunos paralizados, otros tratando de ayudar. Sin embargo,
-dijo, su voz suave y calmada-.
el hombre, viendo que no había tiempo que perder, dec
su amigo Liam que lo seguía, confundido por la
, mirando a Mariana-. ¿No debe
do quedarme aquí esperando. -respondió el hombre, su tono d
zules se centraba en mantener la calma, pero la ansiedad lo consumía. Mariana estaba
pasajero, mirando hacia atrás con inquietud. El hombre
tó Liam, mirando a su
ndo los ojos en la carretera-.
riana, pero había algo en ella que le había llamado la atención. Y ahora, al
, llevando a Mariana en sus brazos hacia la entrada. La situación se sentía s
latía con fuerza. A pesar del caos y la incertidumbre, había una chispa de esperanza en medi