img Embarazo Frenético del Billonario  /  Capítulo 4 4 | 80.00%
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Historia

Capítulo 4 4

Palabras:1093    |    Actualizado en: 16/04/2025

a, él había asumido lo contrario. De hecho, había asumido que era el mismo tipo de mujer que su madre. Una mujer que saltaba de

ás a ti. Aprendí la

el mármol más duro y sus ojos

o enojar, lo suficiente para que la

a. Estoy aquí para velar por tu se

de él bruscamente y retro

es? Déjame en paz, Carlo. Ya no tienes c

da, sólo la m

tiempo que lo había estado regañando, las partes femeninas de su cuerpo habían esta

endo a ti mismo

s delatoras puntas rígidas de

ata de alcantarilla que conti

mo si lo hubiera golpea

sorprendieron totalmente po

usted o él estén seguros en la tienda e incluso con ellas, n

o abrumador para seguir aguantando. Esas mejoras, e incluso la medida de seguridad bás

razón, pero no se

ue hac

ay di

afirmación, dijo: "Sin e

e las empresas de seguridad más prestigiosas y cotizadas del mundo, la falta de dinero n

r un momento si su enemigo veía esa señal de debilidad. Estaba tan cansada. El cesiona

joyas de la coron

ta con urgencia, pero no sé

d no es lo único que ne

guos, originales de la época de la tienda. Se estremeció al pensar en

ncargaré

nciano fue su férreo sentido de independencia, tan

de hombros. No era una verdadera sonrisa, sino u

sas que prefe

ar con el orgul

te da bien manip

con la

ue me arrastres a ot

La rabia que había surgido antes estaba c

es b

hasta que se dio cuenta de que solo había hablado en voz alt

verte en

tenerlo todo

ba así porque decía que sabía

abiertas ni sangrantes, pero q

llame

corona ahora? "preguntó como

e. Están e

só en actitud de

ado posesió

ansportarían desde Karan hast

o a todos que los transportarían justo antes de la suba

e los tenían no significa que nad

la bóveda", repi

ero no est

, pero no sabía qué hacer. Y, francamente, cuand

lestar. Segura de que la felicidad personal estaba fuera de su alcance, arriesgaría cualquier cosa

estaba perdida en su propio mundo. Su mano le rozó la mejilla y ella s

te deja

eño intercambio, giró sobre sus

s de seguridad para la tienda y las medidas para mantener a salvo tanto al anciano como a Vittoria hasta que se vendieran las joyas de la corona. Di Cavalli atendía a

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