tímidas en los ventanales del piso 29. Pero en menos de media hora, era una tor
su teléfono
al -m
corriendo apenas el cielo se puso negro. Y claro... Adrián todavía no salía de su reunión priv
Caminó hasta el ascenso
pasa
s. El generador de emergencia apen
ncierro de pelí
quitó los tacones. No hab
abrió. Adrián apareció, con el saco en la mano y la camis
ncionando
nvenido
o fruncido, pero los ojos.
quedast
go coche. Y porque no pienso morir electrocu
sa, apenas una cur
distinta
s igual de id
án s
sta la t
tan las
el aire. Él la atr
ler
egues. Te
toy or
o qué
nido de la lluvia go
él, finalmente-. El generador
as a quedar aquí
ngo q
a alfombra, con una manta que encontraron en el gabinete de emergencia. Habían pedido comid
ndo no estás jugando a ser
do estoy encerrado con un
bajó l
empi
mpecé hace seman
parpadeó. Afuera, un trueno sonó
ltó sin querer.
sí te as
po
lado en la alfombra. Su pierna
una p
spa
to decidiste j
ojos se encontraron.
cuenta de que
ah
oy tan segura de
o se apoyó en el suelo, a u
ler
¿
hora... ¿vas
ahora... no
l punto d
nó. Ella ce
que ninguno de los dos quería nombrar. Las bocas se buscaron como si hubieran esta
pararon, est
da -d
espond
cambia
no cambia nada. Depen
erca. Él en el sofá. Ella en la alfombra. No hablaro
e, la luz volvió. Y
los tacones. Se
ntes de que sali
imos j
de anoche... esto
lo con las palabr
No sé quién empezó. Pero s