suavemente, y el perfume de loto fresco flotaba en el aire, mezclado con el incienso que ardía en los altares. Los sacerdotes camina
n su pecho, un ancho collar de esmeraldas y cornalinas brillaba con la luz del amanecer. Su cabeza estaba descubierta, el cabello trenzado a la manera tradic
an regresado? -pre
en una túnica de gasa azul celeste, coronada por una diadema de lapislázuli y
scara impenetrable. Pero sus manos, fuertes, crispab
de Egipto... -murmuró-. ¿Pue
z, y tú la aceptas, el pueblo verá en ti no solo a un dios, sino a un re
por el rumor del río y los cantos lejanos de los barqueros. Luego,
en una extranjera para o
juventud. Acarició levemente la mejilla de su hijo, gesto poco comú
Y en que los dioses no han pe
fue envenenado por manos que nunca lograron ser descubiertas. Desde entonces, su vida había sido disciplina, sabiduría, sospechas y
a nuestra cultura? -
Pero recuerda: ni los lotos florecen por la fuerza, ni
daron flotando en el aire cuando u
unció-. Y con él, la f
con tambores y coronas. A veces lo hacía en forma
dla p
faraón sintió un leve cosquilleo en la nuca. No de miedo, sino de anticipación. Aquel día no s
en su cauce: todo lo que florece bajo el