/0/16494/coverbig.jpg?v=2155a287f740182e7e4e092cee4feaf6)
En un Egipto glorioso donde el poder de los dioses y la ambición de los hombres se entrelazan, el destino de dos imperios pende de un hilo. Valeria, hija de una de las familias más influyentes de Roma, ha sido criada para brillar en los salones de mármol, no para caminar entre las arenas ardientes de un reino extranjero. Sin embargo, su vida da un vuelco cuando su padre la envía a sellar un frágil tratado de paz: deberá convertirse en esposa del joven faraón Asim, un soberano endurecido por la soledad del poder y por la devoción a su tierra sagrada. Entre intrigas palaciegas, conspiraciones mortales y choques culturales que amenazan con quebrarla, Valeria deberá aprender a sobrevivir en un mundo que no la espera con los brazos abiertos. Mientras su corazón y su deber luchan en un pulso peligroso, la pasión entre ella y Asim florece contra todas las prohibiciones. Pero el amor puede ser tan letal como la traición. Y en la tierra de los dioses, incluso los corazones más nobles pueden ser reclamados por la arena. ¿Podrá Valeria convertirse en algo más que una pieza de ajedrez? ¿O será devorada por un imperio que nunca perdona la debilidad?
Roma ardía con sol de justicia, pero dentro del Domus Aurea del senador Marcus Lucilius, el mármol brillaba frío como la diplomacia que se estaba cocinando entre paredes doradas. Perfumes de incienso y mirra flotaban en el aire mientras esclavos vestidos con túnicas blancas derramaban vino en copas de plata, cuidando cada gesto como si la estabilidad de un imperio dependiera de ello. Y en cierta forma, así era.
En el centro del salón, sobre una alfombra traída de Persia, descansaba un gran mapa desplegado: Egipto, el delta del Nilo, el Mediterráneo como un espejo azul. Rodeándolo, hombres poderosos hablaban en voz baja: romanos de toga impecable y egipcios de túnicas de lino plisado, adornadas con collares de lapislázuli y oro. Entre ellos, los emisarios del faraón Asim, enviados desde Tebas con un solo propósito: cerrar un tratado de paz que, bajo su belleza oficial, ocultaba mil estrategias.
El senador Lucilius no era cualquier hombre. Era estratega, noble de sangre antigua, y su fortuna era tan vasta como su ambición. Había ofrecido algo más valioso que oro para sellar la alianza: a su hija, Valeria.
-Mi hija ha sido educada con dioses y con deberes -dijo Lucilius, su voz profunda cruzando el aire como una lanza-. Habla cuatro lenguas, lee jeroglíficos, monta a caballo mejor que muchos generales. Ha sido criada para ser reina. Y será un puente entre nuestros pueblos.
Los egipcios intercambiaron una mirada. Uno de ellos, el anciano Haamon, consejero principal de la reina madre Nefertiti, alzó su copa sin romper la cortesía.
-El faraón Asim es joven, pero sabio. Su reinado ha sido bendecido por Ra, pese a las sombras que aún sobrevuelan el Valle. La propuesta es... interesante. Aunque inesperada.
Lucilius se inclinó apenas, sonrisa controlada.
-Lo inesperado es lo que mantiene con vida a los imperios, ¿no es así?
Haamon no respondió de inmediato. Sus ojos, marcados por años de desiertos y decisiones, recorrieron el rostro del senador y luego se deslizaron hacia la figura femenina que hasta ese momento se mantenía en segundo plano.
Vestida con una túnica marfil ceñida por una faja de oro, Valeria permanecía en silencio, el mentón en alto, los rizos recogidos con peinetas de marfil, las manos unidas sobre el regazo. No era una muchacha común. Sus ojos, grandes y oscuros, no se perdían en los detalles del salón. Estaban fijos en los emisarios, estudiando. Analizando.
Haamon se permitió una breve sonrisa.
-¿Y qué piensa la futura reina del Alto y Bajo Egipto?
Valeria no bajó la mirada. No lo había hecho nunca.
-Pienso -dijo, su voz clara- que Roma no quiere una reina, sino una espía. Pero yo he sido criada con suficiente inteligencia para saber que si no me convierto en egipcia, los dos reinos caerán. No he sido instruida para fracasar.
Hubo un silencio que se extendió como una sombra. Incluso Lucilius alzó una ceja, sorprendido por el filo en la voz de su hija. Haamon inclinó la cabeza, lentamente.
-Entonces tal vez sí haya esperanza para esta unión.
El acuerdo fue sellado esa noche, no con tinta, sino con una danza de palabras, miradas y copas alzadas al futuro. Roma enviaría a Valeria junto a una dote generosa, una escolta personal y falsos mensajes de unidad, mientras bajo la mesa se tejían otras intenciones. Egipto, por su parte, abriría sus puertas a la joven, pero no sin reservas. Muchos en Tebas veían en Roma un tigre disfrazado de cordero.
Mientras el banquete avanzaba y las decisiones se volvían historia, Valeria abandonó el salón sin hacer ruido. Subió a su habitación, donde la esperaba una bañera de alabastro y su nodriza de infancia.
-¿Tenés miedo, niña? -preguntó la mujer, envolviéndola en lino perfumado.
Valeria se miró al espejo de bronce. No vio a una niña. Vio a una reina en construcción.
-No -dijo-. Tengo curiosidad.
Y en el horizonte, muy lejos de Roma, las aguas del Nilo comenzaban a agitarse.
En el corazón de la Inglaterra victoriana, Eveline Harrow arrastra la sombra de su escandalosa reputación: conocida como la rosa de la muerte, ha sobrevivido a cuatro matrimonios breves, casándose con nobles enfermos a punto de morir para asegurarse su herencia. Obligada a abandonar Londres para proteger el honor de su familia, Evangeline es enviada a la majestuosa mansión Monderlai, sin imaginar que allí su vida tomaría un rumbo inesperado. Entre las frías paredes de la propiedad, conoce a Elliot Monderlai, un hombre tan hermético como herido, que reniega del amor tras una amarga traición. Su dureza y su indiferencia despiertan en Evangeline no solo el desafío, sino un deseo que no había sentido jamás. Sin embargo, el destino introduce un tercer elemento en el juego: Victor Pembroke, el carismático y rebelde primo de Elliot, quien también se siente atraído por la luminosa y desafiante Evangeline. Entre tensiones, miradas furtivas y roces prohibidos, Evangeline se verá envuelta en un triángulo amoroso donde deberá enfrentarse a sus propios miedos: ¿qué es el amor verdadero? ¿Un refugio, una trampa o simplemente un anhelo imposible? ¿Puede la pasión ser más fuerte que las heridas del pasado? Una historia de romance histórico apasionado, donde el amor, el deseo y el dolor bailan al borde del abismo. Porque en ocasiones, no se trata de a quién amas, sino de en qué momento eres capaz de amar.
En las heladas tierras del norte, donde la política se mezcla con la tradición y el peligro acecha detrás de cada mirada cortesana, Regina es enviada para cumplir su destino: convertirse en la esposa del Rey Kael. Pero nada es como imaginó. Mientras se adapta a una cultura donde incluso las reinas trabajan a la par del pueblo, Regina debe ganarse el respeto de una corte que no la quiere. Entre velos, secretos y traiciones, una presencia inesperada despierta en ella emociones prohibidas: Yael, su misterioso guardián, que pondrá a prueba su razón y su corazón. Entre intrigas palaciegas, celos encubiertos y enemigos dispuestos a destruirla, Regina deberá encontrar su lugar... o perderlo todo. Una historia de amor, poder, y dignidad que florece en la nieve. ¿Podrá una mujer criada entre deberes y silencios conquistar un reino que la espera con sospechas?
Durante sus tres años de matrimonio con Colton, Allison ocultó su verdadera identidad y se esforzó de todo corazón para apoyarlo. Sin embargo, fue traicionada y abandonada por su esposo infiel. Desanimada, ella se propuso redescubrir su verdadero yo: una perfumista de talento, el cerebro de una famosa agencia de inteligencia y la heredera de una red secreta de hackers. Al darse cuenta de sus errores, Colton expresó su arrepentimiento: "Sé que metí la pata. Por favor, dame otra oportunidad". Sin embargo, Kellan, un magnate que se suponía que era discapacitado, se levantó de su silla de ruedas, tomó la mano de Allison y se burló desdeñosamente: "¿Quieres que te acepte de nuevo? Sigue soñando".
Eveline se casó con Shane, un obstetra, a la edad de 24 años. Dos años más tarde, cuando estaba embarazada de cinco meses, Shane abortó al bebé él mismo y procedió a divorciarse de ella. Fue durante estos tiempos oscuros que Eveline conoció a Derek. Él la trató con ternura y le dio el calor que nunca antes había sentido ella. También le causó el mayor dolor que jamás había tenido que soportar. Eveline solo se hizo más fuerte después de todo lo que experimentó, pero ¿podría soportar la verdad cuando finalmente se revelara? ¿Quién era Derek detrás de su carismática fachada? ¿Y qué haría Eveline una vez que descubriera la respuesta?
La felicidad era como un espejismo para Rocío Ouyang, cuando más se acercaba a la felicidad, más se alejaba. Ella acababa de casarse con Edward Mu, pero en su noche de boda todo se derrumbó. Dejando a Rocío embarazada, Edward la abandonó en su noche de boda. Pasados unos años, Rocío renació por completo, cambiando totalmente su personalidad, convertiéndose en la única coronel del ejército. En este momento Rocío comenzó a reflexionar varias preguntas que eran misterios para ella: ¿Por qué los padres de Edward estaban actuando de manera tan extraña? ¿Por qué su padre la odiaba? ¿Y quién estaba tratando de dañar su reputación en el ejército que ella había trabajado tan duro para construir? ¿Y por qué sigues leyendo la sinopsis? ¿Por qué no abres el libro y descúbrelo tú mismo?
-Nuestro amor nos llevará a terminar como Romeo y Julieta. - ¿Juntos? - ¡No! Muertos. -Tú siempre tan romántica. -Y tú, tan estúpido. -Ya hablo doña perfecta. -Aunque te cueste reconocerlo, así que no pienso seguir perdiendo mi tiempo contigo. Me retiro antes de que se me pegue lo malo, con permiso joven Sanz. -Hasta nunca B-R-U-J-A fea. Espero que choques en tu escoba voladora y te destroces el rostro para no volverte a ver la cara de mustia amargada que tienes. -Qué tus buenos deseos se te multipliquen insecto -grito la chica al salir corriendo de la casa para tratar de llegar lo más pronto a la parada y alcanzar el último autobús que la llevaría de regreso a la Universidad de Barcelona, donde estudiaba. Esto era tan solo una pequeña pelea a la que se tenía que enfrentar cada vez que se encontraban en la residencia de la familia Sanz o donde coincidieran, en donde había sido contratada como niñera del menor de los hijos de la familia. - ¿Podrás algún día dejar tranquila a "Mi Vale"? Sigue por ese camino y me voy a asegurar que papá te quite todas las tarjetas, congelé todas tus cuentas y de pasada te ponga a trabajar para que dejes de estar molestando a mi chica. - ¡Mocoso! Nadie pregunto tu opinión, ¡Cuidado y abres la boca o me desquitaré contigo! Deberías de estar de mi lado y no de un espantapájaros como ese que no es parte de tu familia y a duras penas conoces. -Mira, quien habla, el chico más estúpido que puede existir en toda la ciudad, si no fuera por tu cara bonita, nadie se fijaría en ti. Te aseguro que en esa cabeza no hay ni gota de masa encefálica de la cual puedas presumir como ella. - ¡Basta! Lárgate a tú cuarto o voy a acabar contigo en menos de un segundo. - ¡Huy! Ya se enojó el niño bonito. Te estaré vigilando, no vuelvas a molestar a Vale. Si ella se marcha por tu culpa, me aseguraré de cumplir todo lo que te he dicho y sabes que no bromeo HER-MA-NI-TO. ¿Quién se atrevía a desafiarlo de esa manera? ¡Claro!, otro Sanz, uno que por lo menos conocía el amor y respeto a las personas sin importar su clase social o personalidad. Para este chico todas las personas eran iguales, hasta que demostraran lo contrario.
Ibiza fue invitada a un evento importante de la empresa para la que trabaja y allí se encontró con una desafortunada situación. Sin que se dieran cuenta le suministraron un fuerte afrodisiaco, el cual la hizo pasar la noche con un hombre supuestamente desconocido. Sin embargo, aquel hombre resultó ser uno de los hijos de su jefe, pero todo se tornó complicado cuando producto de esa noche ella quedó embarazada. ¿Qué sucederá cuando un padre rechace a su bebé sin haber nacido y encima de eso pretende que lo aborten? Esa es una buena pregunta si resulta que años después regresas en busca de perdón para enmendar el error que jamás debió de haber sucedido.