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Historia
Prohibida para el CEO

Prohibida para el CEO

Autor: DaniM
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Capítulo 1 Una línea que no debía cruzarse

Palabras:1270    |    Actualizado en: 23/05/2025

voluntad de Gabriel Arsenault, el CEO de Arsenault Enterprises, uno de los conglomerados más influyentes del país. El mármol impecable

había trabajado en entornos exigentes, pero nada se comparaba con estar a las órdenes directas de Gabriel. Se había incorporado hací

tra su pecho mientras se acercaba a la puerta de cristal que

na voz profunda d

con las manos en los bolsillos de su traje azul oscuro, observando el horizonte. El sol del atardecer te

de las filiales en Latinoamérica -dijo ella, dejando

itaba por atención. Era sobria, elegante sin esfuerzo. Su cabello castaño oscuro recogido en una co

o finalmente, su tono

con la cabeza, pero antes de gi

eres así d

arpadeó,

isc

amente hacia ella,

que aún era formal, pero lo suficientemente cercana como para que ella percib

la descolocó

bien mi trabajo,

revistas llamaban "devastadora", y qu

arme directamente? -añad

Lo sabía. Pero algo en ese momento, en ese tono de voz, en esa cerc

ue podía helarte o incendiarte, según cómo

-respondió ella, firme, aunque su

s -murmuró él, dando un paso más-. Q

o. El aire parecía ca

poco, recuperando su

s inversionistas de Tokio? -preguntó con

sabía. Cada paso lo daba con estrategia. Sonrió, satis

jalo co

mirada aún sobre ella. Cuando la puerta se

ero no indife

iaba su control, su autoridad, su rutina. Y Gabriel Arsenault era un hombre q

ía, no pudo sacarse de la mente la mirada de Gabriel, ni ese breve instante en que se habían quedado frente a fren

llenar, informes que revisar. Pero todo cambió cuando el asistente de Gabriel

s parecía

que cruzar esa puerta significaba entrar en un territorio desconocido. Gabriel la esperaba,

-dijo, señalando la

cómo él se inclinaba ligeramente hacia ad

menzó-. Eres eficiente, puntual, y.

leve rubor subir

, señor

l, sin apartar la mirada-. Hay a

dola sentir como si estuvie

sa. Por un instante, su mano rozó la d

ficiente para que una corrient

l, con media sonrisa-. E

a, sin saber si est

ocó la mano sobre la mesa, cerca de la de el

no te interesa -dijo, sus

y apartó la mirada, intenta

piado, seño

murmuró con voz grave, inclinándose hacia adelante-.

sta tocar el dorso de la mano de Isabela. El

a con voz temblorosa-. Soy tu

eplicó él, con una sonrisa ladeada-.

Quiso retirar la mano, pero la presión de Gabriel la detuvo. Sus dedos se

la de ella, deslizand

cosa -susurró-.

ose de golpe cortó la tensión.

ciero que solicitó -dijo el asistente con vo

y el joven salió

do, tratando de rec

sar -repitió, cas

, dejando esca

Pero los juegos, Isabela...

ente de que aquel roce, aquel contacto prohibido, había marca

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