na y otra vez intentaba vencer el e
íktorovich. El profesor era más tosco y tenía prisa. Y el gel de ducha realmente provocaba irritación y picor; quería que el hombre
uego movió el dedo dentro de mí. Lo flexionaba, lo extendí
un ejemplo vivo - dijo el profesor. - Siempre hay que desa
e mis nalgas: secas y resbaladizas por el gel. Las manos rodearon mis m
u polla dura y cal
presionó la cabeza de su verga contra mi trasero.
gimió. - ¡Apretadito, como me gust
erio retorcer los ojos de placer, y
o te pongas tensa - dijo dán
o duro y voluminoso abría mi ano. Un pinchazo de dolor recorrió mi r
más. Su verga no era tan larga como la de Ílya Víktorovic
es, rozaba algo en lo más profundo de mi cuerpo, como bajo el propio coraz
quel cilindro dentro de mí raspaba de modo doloroso. La sensación se
uele! -
soltaron mis muslos ni un instante. Sentía el calor de su cuerpo. E
rme. ¡Qué diámet
e, como si no tuviera fin. ¡Qué monstruo me había tocado! Y aquel monstruo me embestía con su te
sabía si era normal. Con Ílya me gustó enseguida
rdaba, pero me daba vergüenza masturbarme. No allí, ante los
apenas noté cuando su
haberme llenado por completo. Él se detuvo, pero mi clítori
reacción de mi cuerpo. Una tormenta de hormonas me sacudía. Mi sistema nervioso disparaba impulsos sin cesar.
el profesor reempre
enía una verga normal y corriente. Imaginé cómo ha
se hicieron rítmicos. Me e
cuerpo empezó a moverse solo, a la
enta fricciones por minuto, cavaba dentro de mí, estirando mi intestino hasta el límite y buscando cada
movimiento, ejerciendo un dolor suave en mi hen
na! - susurró un amig
e encendía! - se qu
me ensartaba más y más
Qué sinfonía de sensaciones inundaba mi cuerp
ad. Me martillaba, literalmen
a y otra vez. Se abalanzaba sobre mí.
!... ¡A
? ¿Era yo quien los producía?
uedó quieto, con su polla enterrada
nte y sufrí otro shock. Esta vez por lo que él no hacía. Me f
dos de forma casi convu
re suspiró ronco, se apoyó con todo su peso y empezó a balancears
vimientos dentro de mí, de adelante atrás. Ya no con la misma amplitud ni fuerza, pero aún transmitía
e desplomó sobre mí. Su
mi cuello, pero no me besó. Simplemente yació sobre mí, y yo notaba cada