cada postre una obra de arte, cada día, una dulce melodía compartid
una foto con la socialité Isabella me arrebataron el último aliento, anclando mi alma, en
ros de recetas como basura, escuchaba sus desprecios hacia mi legado y mi memoria, mientras Isabella,
verdad de mi hijo, Mateo, una tragedia médica que creí fue mía, se revelaba ahora c
a se convirtió en furia, y por primera vez, sentí un propósito: no partiría, no descansaría,