or todo el tiempo, me exigen que le entregue al bebé que tengo en mis brazos y que les explique qué hago yo con él, sin previo aviso
o mientras más lágrimas brotan de mis ojos entonces
queño y hemos estado buscándolo desde que nos enteramos del accidente.
s de hablar con su jefe y éste gritar exasperado me jala del brazo y, me muestra una foto en su móvil del pequeño y
o un poco la chamarra y estoy a punto de entregárselo cuando me doy cuenta de que el pequeño tiene su mano enganchada tan fuerte en mi suéter que me es imposible abrir su manita, ahora puedo
uido extiende su mano, la tomo y poco a poco acerco su enorme dedo a la manita del bebé que duerme plácidamente en mis brazos, después de un rato toma el dedo de su padre y me suelta, ya
bres, mientras saco mi suéter por la cabeza (ya que no quiero andar por las calles con una mancha de sangre eso sería aterrador) y al momento me arrepiento, ya que solo traigo una blusa muy fina y ajustada, tomo el suéter y lo tiro a un bote d