ciudad se difuminaron en una mancha de color sin sentido. Recordé una época en que estas calles se sentían com
i lado. La ventanilla bajó y apareci
l auto,
cami
zó lentament
sube
a casa
z tensa de ira-. ¿Por qué no estás
me volví par
verte con otro hombre en mi propia cas
rmación, no una pregunta. Era la acusación
ga se escapó
ás quieres de mí? Renuncié a mi música. Renunci
os años de rabia reprimi
ía eso suficiente? Si me arrojara frente a un auto a
en par, un destello de algo
, su voz ape
lpeó más fuerte
initiva de su poder sobre mí.
humillación, los años de desesperación silencios
corrí hacia la calle, directamente hacia
estruendo de una bocina, y luego
Eva, su boca abierta en un grito silencioso, sus ojos desorbitados con u
ptico. Mi cuerpo entero era una sinfonía de dolor. Estaba en una habitació
Por un momento, parecía casi pacífica, como la mujer de la que me enamoré al prin
preocupándose por mí, trayéndome caldo, su toque suave y cálido
aron en mí, y la suavidad desapareció, reempla
erto -dijo,
y caminó ha
ti mismo, Bruno? ¿Hac
, desco
uda-. Es la salida de un cobarde. No prueb
intentado suicidarme por ella, y lo estaba convirtien
sabiendo a ceniza en mi boca-
torsionó en una
dices e
ador, Eva. Ya
a apareció en sus ojos, una mirada que conocía demasiado bien. Era l
usurro bajo y amenazante-. Kael. Estaba tan asustado por tu pequeño nu
o absurdo de todo me
vas a disculpar
Qu
raste. Vas a decir
eco y traqueteante que me d
ás l
se entr
ván
rta. Me levantaron de la cama, ignorando mis jadeos de dolor, y medio me
te sano, revisando su teléfono. Levantó la vista cua
su voz suavizándose
tes mejor? Traje a Brun
do de pollo que hacía su chef privado, el caldo que solía traerme.
r a Kael con una cuchara, limpiánd
adirme. La pequeña y tonta esperanza que su presencia junto a mi cama había encendido ahora estaba comp
yo era el único que