ista de Ai
una máquina. Mi cabeza palpitaba con un pulso enfermizo y rítmic
una mujer, puntuados por los murmullos tranquilizadores
a allí, su rostro pálido y tenso, su camisa salpicada con
mí, sino al médico que lo había seguido-. Brenda. Tuvo un accident
hacia mí, sus ojos
de sangre. Aimee, ti
do a mí, su esposa herida, que diera mi sangr
delantó, su ex
ral y una pérdida de sangre significativa por su pr
Damián, su voz resonando
a, sus manos agarr
ijo. Mi heredero. Ti
no me veía a mí. Veía una soluci
alabra raspando mi
ación. Una mujer formidable que siempre me había mirado con un de
e esto es difícil. Pero piensa en ese pobre e inocen
nte atrapada en este lío monstruoso, apareció en mi mente. Mi propio pasado, la pér
e autoconservación, asentí.
s intentaba temblorosamente servirme un vaso de agua, mis manos temblaban demasiado para
s sobre el suelo de linóleo, y me deslicé hasta la puerta de
estaba sentado en el borde de su cama, dándole uvas.
ecía Leonor-. Solo descansa. Nec
-rió Brenda, colocando la mano de Damián s
na mirada de orgullo puro
era. Finalmente vamos a te
aga en mi corazón. Nuestra familia, la que ha
s señalaba vagamente en dirección a mi habitación-. ¿Qué hay de
de Damián
u lugar. Es una
de corazón frío. Damián, necesitas finalizar ese divorcio. Mi nie
or-. Tan pronto como Brenda y el bebé estén estables, me as
olando a mi boca para ahogar un sollozo. Una enfermera me
expresión una mezcla de fas
é haces fuer
brosa de Bren
uele la cabe
te, su atenció
oy, m
de desaparecer de nuevo en su habitación,
A que viera cómo estaba. A que dijera
na, apareció en mi puerta, un
eso -dijo, su voz baja-. Brenda
nfermedad. El hombre que había sostenido mi mano hace cinco años en un h
o lloraba por el matrimonio que había terminado. Lloraba por el hombre que n
rté de un respingo. El movimiento, por pequeño q
ano
su voz teñida de una culpa que era
nalmente, irrevocablemente, se rompía. Era mi coraz