Isab
bían suavizado, su máscara de control se deslizaba. Levantó su vaso
ella, ardiendo con una adoración cruda y sin disimulo que silenció la habitación. "La mujer más bril
e irradió desde mi pecho, tan intenso que me hizo jadear. No solo estaba brindando p
s de ojos, lo supe. No era solo que no me amara. N
angre rugiendo en mis oídos. Me miré en el espejo ornamentado. La mujer que me devolvía la mirada era una extra
ndo escuché sus voces desde el pasill
te de ella, Dante", siseó Valent
ras ligeramente. "Sabes por qué me
ón. Pegué la oreja a la
do como mi sustituta", replicó ella, su voz teñida de asco. "Eso no es
o por encima de nosotros... verla a ella, alguien que se parecía tanto a ti en ese entonces... era una forma
se revolvió
ntó Valentina, su vo
o me hizo sentir enferma. "Una niña. La llamaremos Elena. Tendrá la cara de
nta, y apenas llegué al inodoro antes de vomitar, mi cuerpo convulsionando con el violento rechazo de su veneno. No quer
, mirando mi reflejo de ojos hundidos. El dolor se había ido. El shock se había ido. En su
mundo hasta los cimie
ra una tonta débil y devota, esa era mi clave.
cta y helada. Me senté y tomé un sorbo de agua, ign
mes, reservé un boleto de ida a Tijuana, con salida en tres semanas. Investigué apartamentos en un lugar l
o sonó. Er
bien? Quería h
terrumpí, mi voz fr
para presentar mis respetos antes de irme a
lparla. Pero ella no era la arquite
. Mañ
ró en la
ién
ue nos veamos en cas
ron con esa hambre
a una petición. Era una orden. Otra opo
ije, mi voz si
siquiera estaba jugando. Cada movimiento suyo para acercarse a ella era un paso