"Ria" Ro
tes. Era un diamante impecable, un símbolo perfecto del poder de la Familia Moretti: frío, bril
piel debajo de ellos amoratada por el agotamiento. No reconocí
nté quitarme el anillo, pero no se movía. Estab
do hasta mis huesos. Giré el anillo, tirando con fuerza, mi piel protestando. Se desli
o con la vida de mi madre. Mi primer instinto fue destrozarlo con un m
siado emocional.
llo en su mesita de noche, junto a una copia gastada de su libro fav
metódicas y adormecedoras. No había lugar para el d
vainilla- me golpeó como un puñetazo. Era el olor de cada abrazo, de
, solo uno, un sonido crudo y feo que rasgó el silencio.
cias en tres montones.
años, su libro de recetas escrito a mano y un suéter de cachemira suave y descolorido que todavía olí
a. Mi madre, Salvador, Sofía y yo, todos sonriendo para la cámara frente al enorme á
de Sofía era depredadora. Ahora podía verlo. La forma en que su mano descansaba un poco demasiado alto en e
mentir
mi madre. No rompí la foto. Romper era desordenado, emocional. Corté. Cort
n de quemar. Guardé la foto recortada d
ueva foto. Era ella, de pie sola en el balcón de su chalet en Aspen, con una
aba sentir no estaba allí. En cambio, una extraña calma se apoderó de mí. Esto no era una nueva traición. E
a de una brújula, apuntándome
lo de diamantes se burlaba de mí desde su lugar
sarlo dos veces. Observé el agua arremolinarse, llevándose cinco