a alcanzó, con la fu
aga daño?", escupió Estefaní
la tranquilizó. "Tranquila,
e Vivian, pero al volverse hacia Erik, puso
e tu riñón, lo entiendo perfectamente", contestó la o
ecerlo, primero tendrías que estar gravemente herida". S
l, revelando la herida
k se tornó sombr
simple rasguño de no más de cinco ce
cejas no era ni afilada ni grande, y Vivian care
imientos de Erik, evitando enfadarlo o meterse en conflic
a volverse de acero. Ya no le importaba cómo se sintiera Erik y
por un simple rasguño? No sea ilusa". Acto seguido, avanzó
fanía, tan siniestra como un demonio salido del infierno. "Yo...
más grande, para que Erik pueda comprobar si tu riñón está roto de ver
nico, Vivian apeló a Erik: "¡Erik,
nombre, Erik se
o la muñeca de Este
ivian, sintién
orcio y te los enviaré. A partir de ahora, lo nuestro se acabó". Se dio la
Vivian. La voz de
tefanía era huérfana; si se separaba de él, s
uzgado mal
ompensaría
ue ocuparse de la
le preguntó: "¿Rotura de riñó
fue un diagnóstico erróneo, señor Palmer. Le pedimos disculpas. Fue i
Erik, con los o
dulgente contigo duran
i hermano... Perdóname solo por esta vez", sup
¡Jamás me casaré contigo! Si vuelves a engañarme, ni
hizo varias llamadas, pero E
z de la Tierra. La buscó en casa, en el trabajo, e
la residencia de
sentaba en el sofá de la sala de estar con las piernas cr
chero, y las lágrimas corría
e a él. Eres mi hermanita, y yo siempre te respald