ista de Es
espués. Javier nunca volvió
nuestros sueños. Cada línea, cada ventana, cada tono de blanco había sido una decisión conjunta, un test
e mis velas de vainilla y sándalo. Era un perfume floral, empalagoso y dulzón. El aroma de Kim
uave tarareo hasta nues
en mi bata de seda favorita, la que Javier me había comprado para nuestro aniversario. Mi joyero estaba
madre, dejando que las delicadas
fingida inocencia. No parecía enferma. Se veía vibrante, triunfante-. Javier
ago alrededor d
a. Ya que, bueno... te ir
a mi anillo de compromiso y mi argolla de matrimonio. El anillo era una pieza personalizada que yo mism
edor de la banda de platino. Intentó ponérse
na sonrisita de suficiencia jugando en sus labio
te estalló en mi pecho, q
alo, K
sus ojos se llenaron de lágri
a admirando. Es tan hermoso.
ue lo s
está p
, el que tenía el tonto lema «Besa a la Arquitecta» que le había compra
berly a mi expresión fría y dura. Sus ceja
ió-. ¿No ves que la estás alterando
osa? ¿Me pedían que fuera generosa con la mujer
igrosamente baja-, es mío. Qu
e acercó a Kimberly, tomando suavemente el anillo de su mano. Por
vió hacia ella, s
. Te compraré uno nuevo.
nuestro anillo, nuestra promesa, toda nuestra historia- en la maleta
berly necesita esta habitación. Tiene la mejor luz y el baño privado es
de Kimberly y la sacaba de la habitación, murmurándole palabras tranquili
de Kimberly: callos de hacha sellados, crema de langosta, espárragos a la parrilla. Cada pla
estaban cocinados en
pánico, después de que comiera accidentalmente una galleta con relleno de crema de cacahuate. Me había sostenido la mano mientras
rocito de cáscara de la langosta de Kim
e recordar que estaba allí-. No tienes
que una vez memorizó cada una de mis preferencias, cada uno de
do mientras tomaba mis pali
ancia de Javier. La llevó al estudio, un lugar que siempre había sido nuestro sant
o relegada- y comencé a empacar las pocas pertenencias que él aún no había descartado. No q
sde el estudio de abajo, seguido
or el p
fragmentos de vidrio estaba la fotografía rota y arrugada de mi madre. Era la única foto que tenía de ella
o al pecho-. Soy tan, tan torpe. Solo quería ve
lado, revisando sus ma
no te preocupes -dijo con d
ativo se había perdido hacía años. Esto
unir los fragmentos del rostro sonriente de mi madre. Una astilla de vidrio me cortó la yema del dedo. Ni siquiera lo se
ilenciosas y calientes, nubland
ocupándose por Kimberly, completamente ajeno a la deva
y por primera vez en veinte años, no vi al hombre que amaba. Vi a un extraño. Un
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