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Historia
Su traición, mis repentinos votos nupciales

Su traición, mis repentinos votos nupciales

Autor: Gavin
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Capítulo 1

Palabras:1735    |    Actualizado en: 16/10/2025

e Damián Benavides, el capo despiadado de Monterrey. Recibí balazos por él, llevé

que sedujera a su

. Seguí sus órdenes, atrayendo a Elías a la suite de un hotel d

su verdadero amor me llamaba basura. Mis siete años de devoción

egaban, Elías Rivas, el hombre al que me envi

indescifrable, e hizo un an

amos a

ítu

mi cuerpo tembloroso-. Pero esa cara, ese cuerpo... no son para gente como

hace sie

valía más que toda la deuda médica de mi familia y me entr

corona de

radas en los rincones oscuros del bajo mundo al que me habían arrojado. Decían

iba a salir. El penthouse era silencioso, cavernoso, los ventanales del suelo al techo mostraban una c

o ámbar en la mano, el hielo tintineando suavemente mientras l

dible-. Por favor, puedo trabajar. Pu

bre mí, de lo que se esperaba de mí, me ponía la piel de gallina. Sentí una oleada de náuseas t

ron lentamente, con desdén. No había piedad en ellos. Ni calidez. Solo una evaluación

que había imaginado, su presencia llenaba la habitación, absorbien

largos y elegantes apartándome un mechón de p

y suave que no transmitía ningún consuelo. Me agarr

r y terror. Las lágrimas brotaron de mis ojos, nubland

s ojos-. Te cuidaré muy bien. Ahora eres mía. -Su pulgar acarició mi labio inferior, un ge

, sus labios r

onspirador que me envió una nueva ola de pavor-. Elí

ó suspendida en el aire entre nosotros, un pres

el pri

cas de mi madre en la otra, tan alta que podría ahogar a un caballo. Acepté un trabajo publicado en la bolsa de trabajo de

eto para salir de un

fachada para uno de los cárteles más pequeños de Monterrey. No les importaba mi

in luz que olía a moho y a miedo. Éramos mercancía

dió que no quería esperar su turno. Me acorraló, su aliento caliente y apestoso a

me contra la pared fría y húmeda-. Demasiado

n blanco. Este era el fin. El fin de la poca dignidad que me quedaba. Sentí que mi e

rta del sótano s

n silencio. El hombre qu

el umbral, irradiando un

cima -ordenó una voz, ba

yo estuviera en llamas. Cayó de r

, yo... no sabía

dos hombres de traje negro se adelantaron, arrastrando al matón q

a vez que lo vi.

Benavides, el enigmático CEO de Grupo Benavides, un magnate filantróp

la ciudad. Gobernaba con puño de hierro, su influencia era tan vasta que se decía que ni un solo peso ilícito se

da y se había topado conmigo.

umido por una necesidad primordial de sobrevivir. Corrí hacia él, cayendo a sus p

a arrancada de mi garganta-.

ón indescifrable. Y en ese momen

navegar las traicioneras corrientes de su mundo, a manejar sus negocios ilícitos con la cabeza fría y una mano eficiente. Llevaba sus cuentas, las que estaba

mí, me ena

a vida de lujo, me cubrió de diamantes y me protegió de la fealdad del mu

ían, la forma en que me dejaba entrar en su estudio privado cuando a nadie más se le pe

bién l

a an

sus brazos, su cuerpo todavía resbaladizo por el sudor, su resp

borde de la cama, su espalda

a del calor que tenía momentos

e inquietud apretán

rasgos en la sombra, sus ojos con u

seduzcas a

osamente alrededor de la ilusión de su am

l tanto en los negocios como en el crimen. Debía convertirme en la amante de Elías, crear un escá

labra fue un soni

la de Dami

estrozar esa ilusión. Quiero que lo vea como lo que es: solo otro hombre que puede ser derrib

y. El amor platónico de Damián. La mujer que había estado persiguiendo durante años, la única mujer que lo r

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