a Arna
s mantenido durante tanto tiempo. Un suspiro largo y tembloroso escapó de mis labios, liberando una presión que había acumulado durante años. La máscara que había llev
cambiarían mi vida para siempre. Eran instrucciones claras, precisas, tan metódicas como las que usaba para planear la agenda política de Andrés, pero es
había dado hace once años, una promesa de amor eterno. Lo saqué, la fría joya en mi palma. Los recuerdos de aquel día, la euforia y las promesas susurrad
mujer que veía no era la cirujana brillante, ni la estratega política. Era una sombra, la cáscara de alguien que había sacrificado demasiado.
temente con la Dra. Méndez. Es por un asunto delicado", mi voz, aunque tensa, mantenía un tono profesional. Había tomado la decisión anoche, en l
cibió en su consultorio con su habitual calidez. Su expresión cambió a una de preoc
La sorpresa en su rostro fue palpable. No era un secreto para nadie
Dra. Méndez se recostó en su silla, sus ojos fijos
ya es una traición andante. No merezco esto, y mucho menos un hijo". La verdad era que había anhelado este embarazo con toda mi alma, mi último anhelo en este matrimonio roto. Pero ahora, se había convertido en un recordatorio
ntimiento o duda. No encontró ninguna. Solo una determinación fría y desoladora. "Natalia, esto es una
usión. "Más segura que de cualquier otra cosa en mi vida. Necesito que esto sea en secreto.
ntiendo. Pero Natalia, debes saber que estás cerrando una puerta. Una puerta
l la cerró por mí. Ya estoy en paz con eso. Necesito una
e sé que no tomas una decisión como esta a la ligera. Mañana a primera hora. En
maba a todas las demás. Pero era mía. Era mi forma de recuperar el control, de no dejarle a Andrés ni siquiera el más mínimo poder sobre mi futuro
a un silencio sepulcral. Me senté en el sofá, mi mirada perdida en la ventana. La ciudad, que antes había vis

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