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era una De la Garza de sangre, sino una impostora. Mi esposo, Kael, se divorció
icas de mi madre adoptiva cuando entraron a mi restaurante. Kae
mamá de verdad", anunció. "Y ahora solo eres un
essica, murió en el hospital después de que Brenda le susurrara veneno al oído
e tiempo completo, una oportunidad para verla vivir
ace
ba envenenando a mi hijo y había contagiado a mi exesposo con una enfer
ítu
e ADN que le anunció al mundo que yo no era una De la Garza de sangre, sino una niña adoptada, una imp
edro Garza García. Tenía una sonrisa burlona en el rostro, un brillo en los ojos que prometía venganza por una vida que ella creí
el olor a café rancio impregnado permanentemente en las paredes. Mi uniforme, que olía perpetuamente a grasa y detergente barato, era un crudo cont
, con mis ojos. Mi mano tembló, casi dejando caer la pesada taza de cerámica. Se sentaron en un reservado junto a la ventana, la luz del sol iluminando su existencia pulcra y privilegiada, un crudo contras
n. Me reconoció. Por supuesto que lo hizo. ¿Cómo podría no hacerlo? Se puso rígido, su mandíbul
grave, teñido de algo parecido a la incomo
e hace cuando necesita pagar las cuentas". Mi voz era plana, despro
jame ayudarte. No deberías estar trabajando en un lugar como este". Deslizó algunos billetes sobre la
rdate tu caridad, Kael. Gano mi dinero honestamente". Odié el temblor
r una escena. Sabes lo dramática que siempre fue". Luego dirigió su atención a Cristian, que estaba ocupado coloreando un menú. "Cristi
acción de segundo, vi un destello de reconocimiento, un indicio del niño al que solía cantarle can
guda y clara, cortando el ruido ambiental del restaurante. "Y a
n dolor frío y vacío extenderse desde mi pecho, más agudo que cualquier cosa. N
an. Así es. Soy una mesera". Mi voz era apenas un susurro. Me concentré en la
se quejó Cristian, tirando de la manga de Ka
lpa, en sus ojos. "Karla, ¿no crees que esto es un poco... ind
tidad? ¿El que de repente se volvió nulo y sin valor porque no era una Martínez de nacimiento?". Las palabras salieron a borbotones, crud
justo, Karla. Sabes que fue un ma
ino de una oleada de rabia impotente. "Me echaste, Kael. Tu familia me despojó de
lesto. "Mami, papi, ¿podemos pedir nu
retorció algo dentro de mí. "¿Eso es lo que tu 'mami' te enseñó, Cristian? ¿A despreciar a la gent
"Ya es suficiente, Karla. Estás alterando a mi hijo". Ext
ndo la suya. "No me toques". El asco en mi voz era palpable. "Y
ógica, Karla. La que te abandonó. La que eligió abando
os que había perdido todo significado. Ahora era solo un sonido, un eco de una vida que ya no existía. No tenía la ener
da por las deudas, trabajando en un empleo sin futuro. La jaula dorada había sido hermosa, pero una vez fuera,
tió sofocante. Podía sentir sus ojos sobre mí, quemando agujeros en mi gastado uniforme. Las otras meseras evit
áspera de mi gerente rompió el silencio, una distra
gerente, un hombre corpulento llamado Beto, me llam
engo que despedirte". Evitó mi mirada
r qué? Nunca he llegado tarde, n
Karla. Es... el restaurante. Fue comprado. Nueva administrac
nvadió. "¿Quién lo compró, Beto?",
la de lástima y miedo en s
or supuesto. Compró el restaurante solo para de
o, deslizando un sobre sellado sobre el escritorio. "Uno muy generoso,
Dile que no quiero su dinero sucio". Mi voz era
ero desconocido. "Considera esto un nuevo comienzo, Karla. Claramente no estás hecha p
o a su presa. "Karla", dijo, su voz suave, casi tranquilizadora. "Le dije a Beto que te
almente desmantelaste?". Me agarré al borde del escritorio, mis nudillos
al. "Es una oportunidad, Karla. Claramente estás batallando. Ne
orrados porque no era 'legítimamente' parte de la familia Martínez?". Mi voz se elevaba, temblando de ira reprimida. "¿Cómo exactamente sugieres que me 'reeduque', Kael? ¿Con qué dinero? ¿Con qué crede
o tenía respuesta, porque él fue quien lo orquestó todo. Una breve y fría
ogros... todos se construyeron sobre una mentira. No podemos permitir tal mancha en el nombre De la Garza". Mi universidad, ansiosa por complacer a la poderosa familia De la Garza que financiaba muchos de sus programas, cumpli
con el rostro iluminado de emoción. Brenda lo seguí
enda me lo compró! ¡Dijo que fui un buen niño por decirle a esa mesera mala que se fuera!".
grosero. Karla no quería molestar a nadie. Solo está... pasando por un mal momento, ¿ver
bierta. Este ya no era mi hijo. Era una m
señalándome con el dedo. "Y su uniforme huele a
ucho, Karla. Los niños pueden ser tan directos, ¿verdad? Es terriblemente dulce, sin embargo, lo leal que es a nosotros". Hizo una pausa. "Sabes, Kael y yo estábamos hablando. De hecho, necesitamos una niñera de planta. Alguien que cuide a Cristian
ue sonaba a salvación pero se sentía como una prisión más
nte habló, su voz tensa. "Brenda, ya es suf
hubiera querido. Siempre se preocupó por el futuro de Karla. Además, ¿quién mejor para cuidar a Cristian que alguien que... solía conoce
oluta maldad de ella. Quería invitarme a su casa, a mi antigua casa,
dinero o humillación. Era un d
nrisa triunfante de Brenda, y por primera vez en cinco años, sent
remos en contacto". Se dio la vuelta, tomando a Cris
ipio. No tenía nada que perder. Y a veces, eso convertía a una persona en la más peligro

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