ista de Ji
evitaba mi mirada cuando nos cruzábamos en el pasillo, en la sutil palidez de su piel. Estaba atormentado.
presencia silenciosa, casi espectral, en su lujosa casa, moviéndome con una gracia
os de las criadas, llamadas telefónicas en voz baja en el estudio de Gerard
Islas Caimán. Y luego las cintas... las que Kiara hizo, implicándose en el escándalo de Miranda... simplemente 'aparecieron' en todos los principales medios de comuni
Sabía cómo destruir. Y lo estaba haciendo por mí. Un acto de expiació
o". "El Dr. Miranda, el pervertido que se aprovechaba de las jóvenes". Kiara lo había orquestado todo, plantado las semillas de la duda, tejido la red de
ones de que era un estudiante manipulador. Había creído, tontamente, en él, en nosotros. Cuando la universidad me llamó, cuestio
instado el decano, su voz untuosa de preocupación-. Podríamos proteger su car
a pero resuelta-. Amo a Gerardo. Y
a muerte de mis padres. Kiara había sido la arquitecta de todo, ali
ada en ella, cortando la mirada persistente de Gerardo. Me había est
do caer un libro de colores y se había lanzado a mis
, hundiendo mi rostr
Metí la mano en mi bolsillo, sacando un pequ
e restante en mi palma. Mi mirada se desvió hacia la esquina de la habitación, cerca del gran sillón dond
i pensamiento tácit
no? -preguntó, su v
tensaron. No levantó la vista. Todaví
ariño -dije suavemente, per
ue no. ¡Traje este solo para él! -extendi
s, tan parecidos a los de Gerardo, estaban m
? -preguntó, su voz
cómo reclamar. Estaba atrapado en el fuego cruzado de una guerra de la que no sabía nada. El hielo alrededor de mi
isa suave y alen
l eligió ese espec

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