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s an
nfía en cuando ellos dos empacan, por eso él lo hace por ellos porque siempre olvidan cosas fundamentales, son un poco olvidadizos
. -Comentó Iván, de inmediato Simón se levantó d
semanas con el culo metido entre los huev
cil, pero tendrán que ir a bast
léfono. -Empaca mis preservativos, no confío en los condone
nsando en eso
alcohol? Hablando de alcohol, debo aprovisionarme, no
otá podrás pasar alcohol? -Pregunté
tener ya un a
ió avergonzado. -Y dejen de hablar que no me puedo
torias de terror. Nos sentamos en el césped en el parque de la electrificadora que así se llama, nos pusimos debajo de un árbol y él sacó su teléfono y alumbró su rostro. Contaba sobre una de las tantas noches en la casa de abuela (él tiene miles de relatos escalofriantes de ahí porque según él, quién vivió antes asesinó a varias personas), los chicos lo escuchaban embobados, pero yo estaba distraída. Hacía frío por la hora y cómo no había luz, no había reflectores que c
tan distraída?-
que estemos
zo se encogió de hombros. -¿Sa
dirás, alcohol.
no lo he logrado, no sé cómo encripta todas sus redes, pero
nos tocó cerrar la casa con un colchón toda la semana. -Se quejó Simón y era cierto, tuvim
entables. -
somos. -
chicos estallaron en risas al ver lo que nos mostró, ¡se hizo un par de piercings en los pez
porno. -Comenté y me mo
¿no es
y jugamos voleibol