bailes. Los segundos, que bailan perezosos sin entender del todo el ritmo de la canción actual, sin importarles su alrededor. Los terce-ros, se mantienen sentados ais
rse libres de responsabilidad y apeg
Chainsmokers ft. Daya t
s que desprenden vapor de diferentes colores. Hay luces por todos lados en conjunto de reflectores. Se halla una tari-ma con grandes pantallas en donde el Dj está operando. Algo más que resuena en el aura, son las bufonas carcaja
ego a la mente cuando la vi y tomarse la atribución de coquetear con ambos. De forma par-ticular tuve que actuar demostrando mi orientación sexual
s de The Strip. Además es el hotel donde nos estamos alojando, por el tiempo que es
En las discotecas siempre hay paparazzis encubiertos que gozan en capturar cada escena de personajes reconocidos. De verdad no deseo tomar la atención, suficiente teng
a cae, sobre lo estresante que se volverá mi teléfono celular con las numerosas l
ras seguía analizan-do una vez m
i. Mi garganta se encontraba reseca, se me había acabado el trago. Necesito más alcohol qu
dados por muchas personas. Es tan gracio-so notar como un psicólogo
pañante, separa sus abundantes hebras con el dorso de la mano. Le comenta algo que hace que la muchacha se ruborice y asienta incitada. Se retira de nuestra proximidad, mueve sus caderas provocando un gemido de mi amigo. No soporto sus idioteces ni mucho menos sus ligues de una noche. Luego de perder con la mirada a la extraña se ubica en cuclillas frente a mi
n adonis. Uno
iró entrecerrando mis ojos, detesto cuando hace ese tipo de
rada (¡cómo si eso le
ierra los ojos viéndome fija
viéndose el pecho. Se sube un poco la camisa dejando ver su tal
mo importancia y suspiro
as que observan su caminado. De chico: «sexy
el. Un romp
podía descifrar de qué se trataba. Por inercia llevó la mano que man-tengo desocupada al sitio afectado. A
l raciocinio. De igual manera podría considerar ante mi ojo crítico algunas personas importantes caminar de un lado a otro exteriorizando sus costosas y delicadas prendas de modistas famosos.
intimidad. Los bailes en este tipo de sitios conllevan a ser un tanto eróticos, sensuales incluso amorosos. Los silb
o fuera parte de mí. ¡Claro que no lo permitiré! ¡Estas son las pocas oportunidades en las que pue-do disfrutar como se debe! Paso saliva y
ble. Su penetrante repaso azul-acero me hace perder en un infinito abismo-. ¿Puedo sentarme junto a us-ted? -instintivamente giró ha
e escu-chó, pero es todo lo contrario-... no h
itud. Sin que note la ansiedad de mis movimientos traspaso una mirada reveladora a las perso-nas que nos rodean a una distancia considerable. En su mano derecha lleva un vaso de vidrio que contiene un líquido que podría definir como: Whiskey, con un limón troceado dándo-le un sabor agrio. Observarle es adentrarme
mar profundo y tormentoso; un metro noventa y dos centímetros de imponen-cia; labios en forma de corazón finos, de color sandia, bas-tantes apetecibles; pómulos fu
ue viajando hasta posarme en el tatuaje en la palma de su mano, una especie simbólica de ro-sas azules con bolas de béisbol en llamas naranjas; un
un pequeño jadeo ahogado. Miro de reojo a un
ncipio, Joseph -se me tranca la respiración al notar que desde
..-hago una pausa notan-do su p
o a su bebida-. Entonces ya cuento con un psicó
coqueteando
ntigo -radicalmente cambió el tema-. Estoy casi seguro que le dará un infarto -sonrí
ico del
el día estresado porque jugaban y no podía verlo. En la a
Viene, él, mueve su mano y aparecen). No me había percatado que algunos hom-bres imponentes, completamente trajeados, estaban a nuestro costado observan
de hombre conmigo! De solo volver a
había llegado hace unos segundos, anota lo que el jugador de béisbol l
.. se me hace conocid
ue últimamente ha estado en los ojos de todos. Es el jugador más reconocido y respetado de todo el mundo. Es un beisbolista que ha marca-do muchos récords en el
en una discoteca -no me di cuenta en qué momento el camarero trajo los tragos. Jules me pasa uno; lo tomo con ansiedad. No me gusta el whiskey. Prefiero los Martinis o el Vodka. En el whiskey siempre le ag
si ambarino, de mi vaso de vidrio-. ¿Y tú? -Mira pidiendo que termine de hab
gracia y sonríe
. maldita sonri
sco y decidí darme un respiro, estamos en la final de la tempora
i boca. Me sigue mirando desco
fijarse en algún hombre. Con-sideraba que esos asuntos eran asquerosos y que hasta podría golpear a cualquiera que trate de intentar algo indecoroso con él. Cosas como esas hacen que me incomode su presencia. Tiene una linda novia, modelo de lencería y embajadora con-temporánea de uno de los desfiles de la semana de l
Es como una montaña rusa. Tiene un ego, bueno... más grande que el Mon-te Everest. Sin darnos cuen
ómo manten
decir inc
cuerpo muy
mi entorno, para
sas cada vez más fuer-tes; apl
gunos f
peso de un cuerpo más
un fino
o náu
ridad. Más