ntalón de jeans rasgados a la altura de la rodilla y unas malditas Vans que combinan
ue uno de sus ojos lo tiene más claro que el otro. Pero no tengo la oportunidad de verlo con detenimien
terrumpieron sus actividades para mirar a los muchachos, inclus
nadi
, con el ceñ
Eh
ta-. El chico rapado, se llama Thiago Amenadiel. Es ayudante de catedra. Pero no me preg
un pr
mo un profesor.
sabes s
estudiantes y los prepara para los exámenes más complicados. He oído de él -coloca su mochila en su espa
as de prepararme par
rda en echa
todo el día. Regresé a mi habitación luego de pasar la tarde en la habitación de Mad
uando la puerta de mi habitación se abri
s con una mano, avergonzado e ingresa, cer
pego un nalgazo con la palma de mi mano -. Bueno, el mío es difícil
se los ojos, regalándome una sonrisa. Le
isa. Me pregunto cuándo deja
lo de voz y con un brillo
una pizca de melancolía por el mald
ados me adelantan que quiere decirme algo, pero no
y debajo de tu colchón, Ari
ostro se va. Palidezco, sintiendo com
meneando la cabeza. Pero de pronto la seriedad vuelve a su rostro-. No sabía que tú... -se lleva el puño a sus labios
boca se seca y siento que estoy en
e años -se me
ue nunca lo hiciera, es decir, él siempre está ocupado ¡¿por qué demon
ronto quiero salir corriendo. No puedo cre
echo de amarte como lo hago -me tiembla la voz,
hablarte si me enteraba de esto? Si me amas como lo dices me co
s, Dante, en una fiesta en casa de Cassidy!¡Lo hic
é que me lo decías en broma. Nos reímos juntos. Me dijiste te amo, creí que me lo decías en pla
e su cuello
romperme el corazón con cada respiración que hace? ¿Cómo no querer apartarme de algo que me hace mal y bien a la vez? Quise alejarme, incontables veces, pero no podía estar sin saber de ti, Dante
frío recorre mi espina dorsal hasta llegar a mi nuca. Se me entrecorta
or-. Por más que desee tirarte sobre mi cama y hacerte mía hasta que aman
n en el pecho, apartán
grito, con mis ojos encendidos
llo-. Tu intención es ser una de las tantas diosas del Olimpo. Toda hija de Hades lo d
a no lanzarlo por la ventana en aquel preciso momento. De pronto
engo, cautelosa -. Ámame y veras que a
-. Yo te quiero, pero no d
adre?!¡¿Por qué no me delataste ante
olgado sobre el borde de la silla, camina hacia la puerta y me lanza una mirada a través de su ancho hombro -. Una hija de Hades