fortaleza de Siegfridoburgo, situado en un
rvientes y vasallos de ambos sexos, ataviados con sus mejores galas. La amplia portada del castillo estaba adorn
los vasallos del conde Sigifredo tenían gran curi
los cuales hablábales con cariño, informándose de la edad y nombre de los niños, y obsequiando a todos tan generosamente, que acabó por conquistarse las generales simpatías, que se convirtieron en un verdadero frenesí de agradecimiento, cuando el conde Sigifredo hizo saber a todos los presentes que, a ruegos de su esposa, iba a doblar durante aquel año el sueldo de todos sus soldados y el salario de todo
nte armadura, teniendo a un lado la espada y la lanza en la mano para hacer los honores a su señor, no pud