nternati
e dormía profundamente. Suaves mechones de cabello enmarcaban su hermoso rostro. Cuando se dio la vuelta mientras dormía, el edredón de seda oscura se deslizó ha
abitación. La mujer se movió y lentamente se incorporó, apartándose e
da la parte superior de su cuerpo. Instintivamente levantó el edredón y, haciend
n a casa ah
ue su cabeza golpeara de repente. Antes de que ella pudiera responder, la persona al otro lado de la ll
o que algo debía haber sucedido, por lo que inmediatamente colgó el teléfono y se puso en acción. Se
mar su teléfono. Justo cuando se agachó para recogerlo, sin embargo, notó un cheque al lado. Des
l, como si hubiera sacudido
noche anterior, sin mencionar que había despertado tan repentinamente esta mañana, por lo qu
e recordó la llamada telefónica justo ahora y
do las escaleras, sacó la llave y abrió la puerta. Cuando caminó hacia la sala de estar, vio
que algo andaba mal. Se volvió hacia
sus palabras, Davis Tong se adelantó y la interrumpió, arr
hombre y una mujer caminando por la noche en un hotel de cinco estrellas. Aunque no podía decir quién era el ho
taba, se levantó apresuradamente y se volv
te, interrumpiéndola nuevamente antes de que pudiera decir algo m
mbién se sintió perdida. El recuerdo de la noche anterior permaneció en su mente, pero cada vez que se
dijo: "¿Qué se puede probar con solo algunas fotos?
nguna negociación. Cuando miró a Hester Gu, su rostro estaba lleno d
dre de Davis Tong, que había estado en silencio hasta ahora, tratando
". Quiero un divorcio ", dijo nuevamente Davis Tong con voz
ento sin siquiera mirarlo. "¡Sé que cometí un error! ¡Sé que estuvo mal! Pero lo
manos, y su rostro se retorció de disgusto. "N
sido apuñalada en el corazón. Nunca había esperado
matrimonio se había convertido en algo repulsivo. Se sintió tan afligida qu
y el hombre que había amado durante tantos años desde entonces. "Por fav
tada. Hester se congeló en estado de shock, sintiendo su mejilla
que incluso sus padres, que habían estado a p
ecidido. Firme los papeles ", dijo Davis sin piedad, miran
ella, no vuelvas a entrar en la casa de la famil
os firmes nunca cambiaron. Luego, sin decir una palabra más, s
él que Hester volvió a la realidad. Lentamente giró sus ojos hacia el documento que estaba sobre la mesa del té. Con el corazón p
, mirando fijamente el lugar donde Davis había firmado su no