do con un traje sin saco, y con la camisa blanca desabotonada para brindarle un poco de aire a
e de cubo extraño con el que parecía estar jugando. Ese cubo oscuro con un aspecto viejo
mandaba volar al cubo por sobre su cabeza con la ayuda de sus poderes. El cubo flo
a pesar de tener sangre de brujo, ni siquiera formaba parte de una asociación. Lo que era más gracioso es que
sar de ser un brujo pro
er al margen y vivir una vida normal y común con cualquier mujer que pudiera s
liderazgo de su familia a pesar de haber sido un favorito. ¿Y qué ganó con eso? Llamar la
staba, trabajando pa
n nunca pudo entender cómo es que el vampiro aún mantenía sus bienes intactos en el mundo, tales como esa casa y otras cosas que había visto a lo largo de esos tres años q
nguiría pronto; el maldito cubo que le había dado al fin se había movido, a un paso d
nephilim, o, mejor dicho, hacia el cadáver de uno. Las viejas inscripciones en un idioma olvidado por la
s nephilims eran los padres de los brujos, ¿qué más le daba a él que un vampiro se queda
promesa de una nueva vida que se estaba gestando
avesaba su columna, poniéndole la piel de gallina. Quiso maldecir a Adrastus,
y, aun así, sin levantarse del sofá. Sus piernas continuaban en el respa
un mal final. -Respondió con su acento característico, un
nariz era aguileña. Una belleza exótica, un hombre de frente amplia y mandíbula cuadrada de cabello largo y liso. A los ojos
lo e incluso, a veces, sombrero de copa. La naciente ola gótica en los jóvenes de la ciudad le había dado una oportunidad de vestir a
anipulara a los humanos normale
n el que el objeto se había abierto como una flor. Dentro de esa flor hecha de piedra y madera viejas, tan viej
del vampiro. Sus uñas largas y cristalinas, reflejaron la luz brillante de
la misteriosa flor antigua. El bello rostro del vampiro, pálido, tan pálido co
mpiro, en algún futuro, trajera más trabajo a sus manos. Había sido divertido experim
su grupo maldito se había reducido y los neófitos morían de las maneras más estúpidas, creyéndose reyes del mundo cuando no eran más que sim
os. ¿Quiénes eran y cómo habían nacido los vampiros? ¿Por qué, siendo que habían sido humanos, se habían convertido
del brujo que ofrecía la suya, sosteniend
ara responder esa preg
que Adrastus vio a Dean e
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adie se metía con ella, nadie le hablaba, nadie la miraba; si bien, sus compañeros decían que
donde él, el niño que
eca, buscarlo con la mirada durante la hora del receso. Simplemente verlo
momento, él pudo considerarla como una compañera agr
staba enamorada de él, en realidad, lo que le molestaba era s
cobrizo que siempre parecía despeinado. Sin duda, Eleonore no tenía la culpa de ser fea y usar anteojos
pintar una línea entre ellos. No obsta
cosado, la veía en cada lugar al que iba. Incluso, una vez, juró que la vio
edor, para perdonar, pero también para darse cuenta cuando tenía que alejarse de manera política y sin causar daños a nadie. Por esa razón, él no la rechazaba abiertamen
aron a ser botados a la basura, a
stante, todavía guardaba esperanza. Ella creía que Joan hacía esas cosas por vergüenza. Todavía le hablaba, todavía la saludaba, y
creía una buena persona, el que trataba bien a la niña loca de la escuela. Sin duda, la actitud de Joan para sí mismo lo llenaba de orgullo. Él se creía b
n descubrir por qué Eleonore se comportaba de esa manera. Ellos sólo s
mplacer a Joan, quien ella creía, era la única perso
Las cartas con el puño y letra de Eleonore que Joan descartaba a la basura sin siquiera leerlas. Si él se hubiese dignado
no lo
el tiempo en que Eleonore de
os. El amor que ese conejo extraño que había llegado después del avistamiento del
el secreto que había entre las dos. Y su depredador... él simplemente guardó silencio. A ese hombre
ún se quedaba en el jardín, junto al conejo que había llamado señor Usagi, sin saber q