tan altos que uno pensaba que llegaban al cielo. Grandes bosques de robles invernales cubren las mesetas de las montañas de Nordmar. Y en estos bosques vivían bisontes, lobos de
minar la tierra fría en la que vivían. Pero el má
on el Reino de Myrthana, el Rey Robart regresa a casa. Pero no regresa solo; regr
a para que la paz entre los dos reinos du
sa. Paladines y caballeros lo acompañaron en el viaje desde el Reino de Myrthana hasta No
uctura más grande y antigua construida en Normandía. La segunda estr
Nordmar. Myrthana es una tierra verde donde rara vez nevaba. De hecho, por mucho que Ayla intentara pensar, nunca recordaba un día en que viera nieve. Y ahora, todo lo que vio fue nieve, nieve y más nieve. Echaba de menos el cálido sol y el olor a flores. Pero nunca volverá a verlos porque este era su nuevo hogar ahora, ya que su padre la casó con el Rey de l
eció de frío. Tenía gruesas pieles alrededor del cuerpo, pero e
rt subió y cerró la puerta detrás de él. Per
acercándola a su cuerpo. Pero llevaba una armadura, y eso no
ya que no estás acostumbrado a viajar. Ya di la orden a los sirv
bárbaro. Los hombros de Robart eran dos veces más grandes que los de un hombre de Myrthana. Y también era alto, alrededor de 2m. Una barba de tre
el hecho de que su padre atacó el Reino del Rey Robart cuando este era muy joven. Se han perdido muchas vidas debido a la codicia de su padre. Y ahora ella iba a pagar preci
dijo Ayla
brillaban como dos zafiros. Su cabello negro le llegaba a la cintura y es
amente después de la ceremonia de matrimonio, tuvieron que irse. Pero se tomará su tiempo con Ayla; no tenía prisa. Robart ha escuchado que en Myrthana, los hombres solían consumar la unión el
milia con su hermosa esposa. A Robart le fascinaba Ayla. No le importaba que fu
ía diez años y su madre cuando tenía doce, lo que lo obligó a convertirse en rey a un
edo ver que tienes frío. Algún
stumbrara al frío. No le gustaba
o antes. Se tomó un momento para mirar el Castel. Un grito ahogado escapó de sus labios porque nunca había visto un castillo tan
cielo. Ayla le encanto ver como nieve y sonrió, extendiendo una mano
era la primera vez que ella sonreía así. Todo lo demás se desvaneció cuando la miró. Cazadores, carniceros, leñadores, caballeros, paladines, sirvientes desap
quiero que te enfermes - dijo Roba
ra. Ella era frágil y estaba ac
jo y caminó de
a que el interior fuera tan cálido. Quería preguntar, pero las mu
a la reina, y Robart les hizo un gesto con l
gar ahora. ¿Qué opin
y. Además, hace
preocupes; pronto te acostumbrarás a mí. Y el interio
ue estuviera casada. Ella no sabía nada de esto. Su
dijo Robart. Tomó la mano de Ayla y