ron frente a su habitación. La habitación que compartirá co
, cubierta con todo tipo de pieles, un escritorio, sillones, un armario, una mesa con dos sillas y una estantería estaban bien distribuidos
o toda la comodidad a la que está acostumbrado. Si qui
gemas preciosas. En Nordmar, a la gente le gustaban las cosas más sencillas. Además, las sedas no ayudaban a
se con el control de las minas de las que se extraía este precioso mineral. En
decir Robart. Su antigua habitación era
uy espacioso. Me gusta
udió un momen
a. Despues te quitaré l
s, Nordmar tenía algo más importante. Mineral mágico. Y a partir de este mineral mágico, se fabrican las armaduras y a
uego le quitó los guantes. Robart miró sus delicadas manos. Sus dedos eran largos y elegantes. Con movimientos suaves, Robart le rodeó las muñecas con sus manos fuertes, le llevó cada uno de los dedos a
ella las puso detrás de ella, mir
nada esta noche. No tien
nos hombres les gustaba golpear a sus esposas. Ayla ha visto sus manos. Grande y fuerte. ¿Cuánto dolería si él la ib
y se humedeció los labios con nervi
El deseo se apoderó de él y un gemido escapó de sus labios. No se podía negar que Ayla era la
mano y la ll
a quitarte las
cordones, quitándole una bota. Y luego el otro pie. Ayla se sonrojó un poco más por
ra, mientras durante el viaje sus
les diré a los sirvientes que pr
racias -d
y se dirigió a la pu
ión, Ayla decidió acostarse en la cama
n algo de comida para Ayla y él. Una vez que la comida e
de los siete Paladines del Reino, le preg
los fuertes y valientes Paladines de Nordmar. Era gracias a
he no,-di
os de su plato, mir
o la reina, esperándome en mi habitaci
que trajo a nuestra gente, tenías que casarte con su hija. Deberíamos haber matado al r
odio por Ayla. Su hermano murió en manos del rey Amul. Y ver
ero Ayla es mi esposa ahora y tengo mis ra
rá mi reina, -
. A Robart no le gustó esto. Tenía sus razones para
e con quien pasar esta noche, - dijo Lester, y los