rijo hacia las escaleras. Luego de subir cuatro pisos llego a mi domicilio, es un amplio departamento con una bonita vista, en sus t
Consejo. Rasgo el sobre y examino cuidadosamente el contenido, en pocas palabras había sido llamada nuevamente, luego de más de un año de
mitieron un chirrido. Me pasé las manos por el
o sencillo, la organización ocultaba muchos secretos, muchas atrocidades que se llevaron a cabo para preservar el orden. Todo eso se encontraba oculto bajo el tapete y es mi temor que algún día salga a la luz e implique otra infinita guerra, porque a diferencia d
ino me jugaba es
que huí para convertirme en una profesora. Yo no era solo una de las miembros de la organización que dirigía a nuestra especie, tampoco era meramente una investigadora, esas eran apariencias. Porque solo ellos y y
unque no me extrañaría recibir una no muy grata advertencia. Para mí no había un oportunidad de declinar. No tenía chance de huir de ello, mi alma y mi voluntad eran suyas desde el primer momento en que acepté aquella misión que nadie más habría aceptado. Había hecho un juramento con mi sang
garganta. Acaricio la superficie de aquella máscara negra con su diseño de flores rojas, las dos armas plateadas, quizás unas de las pocas armas de fuego que quedan aún en el mundo, y luego, aquella daga, de un impoluto color plateado cuyo elegante y delgado cabo en la parte inferior se abría como si se tratase de pétalos en los que brillaba una hermosa piedra roja. Su diseño era único en el mundo, quizás era una de las pni un instante. Yo ya no me consideraba humana, me di cuenta que era un monstruo cuando matar ya era parte de mi rutina, cuando la sangre ya no me causó repulsión, cuando comencé a decir sí an
trajo paz, sino caos. Me siento decepcionada grandemente de mí misma. Pero ya no tengo tiempo de llorar por los errores del pasa
los rayos del ocaso salpicaron el cielo y poco a poco comenzaba a asomarse el anochecer. Una noche sin luna y un ciel