Ad
rgo sin perecer en el intento. Otros le ponen tanta crema y azúcar que me parece que morirán frente a mí de un shock diabético. Sin embargo
ner mi propio dinero y no depender enteramente de mis padres. Siempre me ha gustado ser lo más independiente posible, por eso tomé este empleo a tiempo parcial desde que comencé mi primer año en
e están llenas de cuadros de talentosos pintores noveles que atraen a varias personas que incluso pueden comprarlos si así lo desean. Cada mes le toca a alguien nuevo, y por el momento están rotando
e encoge el corazón al pensar en todo lo que ocurrió. Si me hubiera guiado por mi instinto jamás la hubiera dejado quedarse sola en el puerto. Es un área que ni a mí me gusta visitar. Si hubiera insistido un poco más quizás ella lo hubiese dejado par
ecuperarse del trauma debía intentar volver a sus rutinas habituales lo más pronto posible. Sin embargo, ahora es el centro de atención de todas las miradas curiosas, y eso
recen podrirse en una celda y, no obstante, están por ahí paseándose libremente como si no hubieran asesinado a cuatro person
arillo pálido de tirantes que resalta sus cabellos de color rubio oscuro. Sus mechones caen sueltos desde ambos lados de su hermoso rostro cas
a y que ni siquiera sé qué fue lo que me dijo. Me siento como u
a hacia el bulto de tasas limpias que hay
de compras que lleva en el suel
demás de mirarla más tiempo del necesario y qu
n nerviosismo-. Es cierto, eso f
hino para llevar? -me dice-.
entir su mirada sobre mí hace que me ponga algo torpe. No sé qué diablos
idado de no verterlo fuera. Ella me pasa el dinero y, sin
nuestra cue
os ojos y asiente
vez -le aclaro con la regla que me acabo de inventar y que, de ser c
ido que la calidad del café y del servicio
regunto, sonriendo, y me inclino un poco
s y le da un pequeño sorbo sin dejar de mirarme. Luego
diez -me responde-. Al café, po
una muy buena reputación por la calidad de las bebidas
elve a
cerca mucho más a mí para susurrarme algo, como s
es cierto, no recuerdo haberlo hecho. Estaba
inmediato-. Lo siento, ¡te
suelta una risilla. Dios, ¿cómo puede
elodiosa voz-, este está bien para mí. No
muy convencido del todo
conseguirás una nueva cafet
los cuadros a nuestro alrededor. Finalmente, sus ojos se pos
eprimir una sonri
ián Roberts, en caso de que quieras quejarte a nue
s se sonroj
errónea, pero me parece que se ha puesto un poco ansiosa. Toma un pequeñ
-le digo con una sonrisa y le extiendo la mano. Ella duda un instante
onde y rompe el contacto. Toma su bolsa del
verte por aquí pront
e. No soy capaz ni de cerrar la boca. Dios, ¿de dónde salió una chica así y cómo vino a parar aquí? Apenas la he visto unos p
mienzo a fregar los trastos sucios antes de que llegu