caer sin luchar. Los lobos rebeldes la miraron fijam
suelo. El lobo rojo corrió, junto con un lobo plateado. Una vez que Lacey se recuperó, agarró a otro lobo y lo env
des Garras Salvajes se dispersaro
iéndose hasta que un hombre muy musculoso con cabello largo y negro y otros... impre
por su cabello perfecto, mordiéndose el labio inferior mientras la miraba de arriba abajo. Solo un hombr
mucho más fácil s
e ella estuviera frente a este hombre completamente desnuda y expuesta. Corrió hacia el árbol hu
más profundo de su pecho, el gruñido de un Alfa. No cualquier Alfa, sino el Señor Alfa.
impulso de ceder, y pasó a un lado de él. Pero volvió a ponerse fre
da. -Puso su mano en su barbilla, mirando a Lacey, obviamente considerando-. Pero supongo que no eres la mujer q
bviamente queriéndolo como su compañer
ya se estaba metiendo debajo de su piel. Muy bien, los dos podrían jugar ese juego. Dejó que la neblina roja con bordes negros llenara su visió
osa a una mujer respetable. - Luego se dio la vuelta y s
ello, enviando disparos de dolor a lo largo de la parte posterior de
e aleja
onsiguiendo un buen agarre-. Y no me importa quién seas. -Dio un paso más cerca, tiran
uñido gutural brotó de lo más profundo de su pecho. Él la agarró,
o su ropa. Aunque Lacey apreciaba su ayuda contra las Garras Salvajes, espera