muy elegante, con el deseo de que el me propusiera ir a verla. Sin embar
las propias palabras del rubio, su mamá había sido infectada por una enfermedad de transm
es de dirigirme al café. Me detuve cerca de un pequeño quiosco que estaba unas cuantas cuadras a
el humilde vendedor -Son igual
ocurrente
r pensar eso de mí
ás. No es mucho, son
l dinero en cada bolsita de mi mochila, pero mi rostro de ale
fumó al ver mi reacción y me
si otro día
estabilidad económica y me veía incapaz de negarle din
da en los pocos gestos de cariño que tenía hacia mí, sentía una ansiedad por quedar bien con él. A inicio de mes, le presté el dinero con el que realizaría mis g
ha gustado mucho el llavero. Se lo regalo. -Él sonrió
mejor que lo venda... Es su n
os-. No lo desprecie, Rebeca, cuide y valore algo que se le regal
ombre crearon un ambiente tenso entre él y yo. Sentí mis manos enfriarse y al not
oce? -pregunt
eso es de m
ntinuó vendiendo. De pronto, el quiosco se llenó de gente y mi presencia pasó a segundo plano. A
ado a otro. Noté la falta de brillo en sus ojos, parecía haber tenido una mala noche. Su rostro estaba un poco t
ar a esta hora - me dij
e apenas llamamos la atención de dos clientes. Sin embargo, no tomé
ente y mi cuerpo me reclamaban a diario un espacio lejos de él y su madre. Mi
ía no haberlo logrado. Para sumar a mi desesperación por huir de aquel sofocante momento, al
or él; pero, en ese momento, mi cuerpo, mente y corazón se sentían agotados. S
ir este veinticu
en seco
? -Di media vuelta p
gió de hombros, bajo el tono de su voz cua
¿del préstamo que te h