por ser tan débil y dejarme llevar por alguien que tenía c
de que era mi jefe( supuestam
iertas sobre el espléndido colchón, oliendo mi vientre, pasando la punta de su nariz por mi piel. Las manos se le fueron por mis muslos desnudos y manteniendo una sonrisa
mos conocidos Rodrigo - exig
e con él hacia atras haciendo que yo adelantara mi cuerpo y volviendo a sentarme sobre la cama, co
, que me
amiento coherente, solamente de sentir el poder que su voz tení
bros y fundirme con su cuerpo. Dejarme llevar y volver a se
e mí, dispuesto a todo, con una seguridad y poderío impre
la física era más que invisible, entre los dos - que me respete y no me trate como a una zorra, asumiendo que puede follar
rostro duro y una mirada cargada de inte
odo lo que él había avanzado hasta m
manos por su pelo y reproc
te de su nariz con sus dedos- y espero que seas tan pr
n aquel entonces, tenía que tomar la oportunidad de marcar aquel espa
nal y como tal d
ier otro escenario a dejarme llevar y vivir una aventura con él, no me parecía
saron que tomaramos los asientos adecuados y
su maldita mirada enloquecedora no
u dedo índice, flexionado dentro de sus labios y perdido en mi cuerpo que ya era tanto el tiempo que pasaba bajo la intens
uerto de la Ciudad de la Habana, fue
r a mi cuerpo su presencia en mi espalda, o
iendo un estremecimiento en todo mi cuerpo cuando me pasó un dedo por entre los pelos de mi nuca, lim
rdida en el verde profundo que se dibujaba en la copa de algunos árboles que se veían desde don
rían entre sus dientes, dejando claro que se los había estado mordi
e de sensualidad y seducción que te
perando por nosotros, mientras el chófer manten
ntí la mano de mi jefe acomodarse en mi franja dorsal derecha, c
e a los ojos, y como primera elección me sonrió y me dió la bienvenida a su país, deseando q
de Rodrigo me dijo, que no estaba muy a gus
unos ojos verdes, que parecían capaces de devorarme en dos miradas. Era alto y se veía muy profesional, a pesar del ataque de testosterona que podía
furia y se puso de espaldas al coche - no me apetec
te atreves a permitírtelo - mis manos no podían evitar estar sobre su pecho, porque había poco espacio entre ambos y no les quedaba más re
ortarnos como un par de enamorados, pero no par
incero hasta que hizo algo que me de
no había hecho nada más que ser amable y ahora estaba como en pausa por c
acho tenía abierta para ambos y enfurruñada, me rodé por el asiento hasta el otro lado, evitando así que el chico
do al instante de entrar sin dar ni un saludo al muchacho - te
está pasando y no consig
no obtuve respuesta, porque es que no la había, la verdad. Creía que él, tamb
s incómodo que había
si imperceptible. Pero la molesta ausencia de sonido humano, hacía que incluso las marchas se escucharan una tras otra, según las iba cambiando
e las calles de la ciudad, amé cad
visto jamás y que hacía de esta ciudad de c
e que se respiraba en las calles y por cada transeúnte, que se podía v
deseos por caminar bajo aquel sol iluminador y brillante que ce
al majestuoso hotel que nos alojaría los días q
y caro que poseía la ciudad. Así como el más mode
el hotel y estaba decorado con leones a cada lado de toda su extension, y que me hací
ó en otro sentimiento, cuando la voz de
este parque colmado de cubanos que serán te