ron ante un sonido feroz que
ocu
ía m
alegría mientras una suave brisa desprendía hojas verdosas. Algunas caían a los suelos
la conclusión:
ir bajo una noche
lagear adoloridas, mire mis manos aquellas que lucían rojizas y sucias. Un dolor agobiant
o en mi interior. Observe a mi alrededor cohibida por la belleza que me rodeaba. Quedaban rastros de aquella llovizna que durante la noche s
uventud reflejada en sus hojas verdosas, flores se ma
amas, curiosas miraban los cielos y
te aquell
ntras me permitía sonreír. El viento rozaba mis cabellos moviéndolos ante su paso, el bull
blancos sean peinados durante largos minutos. El silencio de mi doncella era abrumador
lo recalcaba
acían presencia. Cada día era vista como una bella muñeca fácil de manejar, una
o conservando la soledad
bajo el mando de un padre avaricioso y una madre que pre
al sería
pasos alerta mientras buscaba aque
a pequeña laguna. Ansiosa corrí deseosa de probar aquel líquido, mis pies descalzos sintieron la dureza
o y solo corrí ha
a frialdad de su toque, forme una improvisada cuenca con ellas para dejar
te su paso y bebí hasta que la
i cuerpo débil y mi corazón frenando sus acele
dad, con mis cabellos enmarañados sosteniendo algunas ramas. Con la tr
a mi alrededor encontrándome con la belleza del bosque, aves revoloteando, hojas cayend
i cuerpo y mis ropajes amenazaban con mancharlas por completo. Prefer
lida antes que el sol des
el toque de la tierra mis piernas yacían adoloridas, con algunos rasguños sobre m
tinuar con el camino y dejar de frenar en cada momento adormec
dónde me
confuso. El bullicio del exterior parecía lejano y solo
ué entre las ramas algún fruto que luciera maduro y listo para ser com
éndolas ante cada paso. Adolorida apreté los labios ahogando entre ellos los gemidos que surgían, la angustia d
staba la
rando levemente mis ojos para mirar a la lejan
tre las brisas. Quise que el tiempo se detuviera para que el sol siga tan incandescente co
era tan lejano e indes
por mis pálidas mejillas lá
eino que ahora yacía olvidándose de mi nombre y posiblemente disfrutan
príncipe segu
aría su voz pronunciando
as
te el dolor y la so
os aquel llamado llego
su mirada, no entendía porque guarda
mía a su
Una alcoba teñida de melancolía y frialdad. El amor en aquel hogar solo fue brindado por mi
n la belleza de los cielos
ardín cubierto de flores coloridas, ella sonrió con ternura para luego negar
mi vida junto al
os los pliegues destrozados del vestido que ahora cubría mi cuerpo. Era un bullicio audible llamando mi aten
era a
e en mis fosas nasales removiendo el hambre que ahora se apoderaba
rás de algunos arbustos, mis labios temblaron acelerando el palpitar de mi
a, colores opacos sobre las paredes, jardines que mantenían sobre su belleza alguna tr
so castillo, de paredes grisáceas, adornos sobre sus estr
iosos y desconocidos mirándome con extrañeza. Murmullos que se tornaban desesperantes ante
rse como si fuera una vagab
eños rostros detrás de los faldones de sus madres. Cabelleras negras
estionado aquello, pero era un ho
lorosa respondí-. M
ros pregunto con los brazos cruzados y
usurro pronuncie tem
a? -la misma muchacha cues
negros apagados de la mujer yacían sostenidos por una trenza mientras la vejez se marcaba en ello
rémula pronuncie, mi corazón palpito cuando el
ujer mientras se acercaba a mí con le
aquello? -cues
errogo una muchacha sob
levemente para observar a la muchacha quien aparto sus ojos avergonzad
meza un hombre de ojos tan profundos
rito resonando su voz entre la multitud- Me en
podía reflejar en sus cabellos, pero lo que sus ojos refleja
o
e cada susodicho, el silencio ante las voces feroces
cupada como entristecida ante mi estado, solo pu
atricia fulmino con la mirada al susodicho-. Ven conmigo, muchacha -sus manos tomaron l
ciedad sobre mi piel y el hambre junto con la sed haciendo pre
mo su voz se
ar mis rodillas, manos sosteniendo mis braz
as con el tiempo me convertiría en solo simples cenizas consumadas por el dolor y el olvido. A
que la juventud tan bella deseaba poseer sin saber que esta v
somos nosotros mismos los que co