os at
as tijeras -dijo Petra mirando a su esposo parado en el
ondió y salió en
olores de parto. A la joven madre solo le faltaba una seman
su esposa. Petra acomodaba a la joven en la cama mientras otra c
tan joven -decía Petra-. Pero necesito que h
s dolores que la agobiaban ya que las contrac
ás -dijo la chica inhaland
tra colocándose frente a las piernas abiertas de
des, puja! -pedía mientras tomaba entre sus manos un
había explicado meses atrás. La labor duró un poco más de
con una toalla limpiando con cuidado su pequeño rostro. El
a Annia mientras Petra cortaba con la navaja d
. Petra escudriño al bebé de pies a cabeza buscando cualquier anomalía, pero no la encontró. E
dijo la mujer mayor a la madre que llora
girando su rostro a un lado para no ver
tiene la culpa de nada -reclamó Petra tratan
lo -dijo indiferente a
entregándole al pequeño-. Es tu deber como madre, dale un
azos y los atrajo a su pecho, el pequeño cal
cando el resto de las toallas sucias y anunci
te entreabrió sus pequeños e inocentes
ueño -Son azules como los míos, pero te pareces mucho a
dad de este mundo -le habló contemplando al be
e su corazón se manche con el odio y el resentimiento de su padre. No permitas que mi h
respingona nariz y deslizó su dedo índice desde la frente hasta
nca te dejaré solo. Dios te guiará y te hará mejor hombre de lo que es tu padr
jer cerró sus ojos dejando escapar su dolor en tibias lágrimas-. Dios perdóname,
e la mandíbula enterrándola con precisión y tirando de ella hacia abajo
catándose inmediatamente de lo sucedido corrió hasta la cama tomando a prisa el niño que rodab
as hecho? -gritaba Petra viendo el cuer
ia los labios de la chica que agonizante susurró las
ida caía a un lado de la cama soltando la navaja que minut
ue nunca pensó presenciar. Su Annia, su niña dorada, cómo él le ll
mujer -ordenó-.
marido hacerse cargo del cuerpo de su niña, de esa hija que no tuvo, pero qu